viernes, 16 de mayo de 2014

El Padre Mugica: el Cristianismo revolucionario y antiimperialista

por Juan Godoy

“A esos poderes malignos los podemos llamar Imperialismo internacional del dinero y oligarquías nativas que son las que le chupan la sangre al Pueblo argentino, siguiendo precisamente a ese Imperialismo. Esas minorías se han enriquecido a costa del sufrimiento del Pueblo argentino y pretenden seguir usufructuando sus privilegios” (Mugica, 1973: 10)

Pretendemos aquí abordar la cuestión de la religiosidad alejándonos de la idea de que toda religiosidad constituye un opio para los pueblos, y que la misma retardaría siempre los procesos de Liberación. Así la religión, sea ligada a la jerarquía eclesiástica o a lo popular tendría el papel invariable de la reacción y mantención del orden social vigente. Esto es, la religión como opio de los pueblos, concebida como un obstáculo, como una tara más de los sectores de academicistas y/o de izquierda abstracta que se alejan de la Cultura Nacional e importan acríticamente “modelos” realizados en y para otras realidades. Desde nuestra visión, el campo religioso es una disputa permanente por su sentido: puede servir para la Liberación o para la mantención de la opresión. Un recorrido por nuestra historia nacional muestra cantidad de ejemplos de religiosos comprometidos con el Pueblo y la lucha por la Liberación Nacional. Tempranamente vemos a Grela, participando como “chispero” en la Revolución de Mayo y luego apoyando a Dorrego. A Aparicio, quien también está “con armas en la mano” en el bando revolucionario, o al Fray Beltrán, quien contribuye al armado del Ejército sanmartiniano en Mendoza y luego se pone bajo las órdenes de Bolívar. Y más acá a Angelelli, Obispo de los pobres riojanos, a Hernán Benítez, confesor de Eva Perón, a Novak, luchador por los Derechos Humanos y contra la entrega del menemato, al “Pocho” Leprati, asesinado por la represión en 2001, por citar sólo algunos casos entre los que claramente ubicamos al Padre Carlos Mugica.

Nacido apenas comenzada la Década Infame, donde reinaba el hambre, la miseria y la desocupación, en el seno de una familia conservadora y de buena posición económica, se ordena Sacerdote a fines de la década de 1950 y en 1968 se suma a un Equipo Pastoral en las Villas y comienza a participar en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, que se enfrenta a la jerarquía eclesiástica y se suma a los procesos de Liberación del Tercer Mundo. No es el surgimiento de una nueva Teología sino de una profunda “reflexión teológica desde la perspectiva de los pobres de Latinoamérica.” (Dri, 1987: 9) Parten del análisis de los países latinoamericanos como semicolonias exportadoras de materias primas dependientes de los países desarrollados y sostienen la “firme adhesión al proceso revolucionario, de cambio radical y urgente de sus estructuras y nuestro formal rechazo del sistema capitalista vigente y todo tipo de Imperialismo económico, político y cultural.” (MSTM, 1969) Para el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, Dios está en los sectores populares y no dentro del Templo. (Dri, 1996) Desde aquí, Mugica va a desarrollar una práctica que pretende encauzar al Cristianismo en la senda revolucionaria y antiimperialista. Este proyecto cristiano vendría de sus propias raíces ya que Jesús lidera un Movimiento de Liberación contra el Imperio Romano. (Dri, 2004) Por eso Mugica sostiene que: “Cuando los hombres de hoy luchan por extirpar las clases que dividen a los hombres en explotadores y explotados, y se oponen al Neocolonialismo y al Imperialismo, están reconociendo en la práctica, tal vez sin advertirlo, la fuerza del mensaje que Cristo trajo hace dos mil años.” (Mugica, 1973: 32) Cuando plantea la Liberación de los países del Tercer Mundo, sostiene: “Estoy convencido que en la Argentina sólo hay salida a través de una revolución, pero una revolución verdadera, es decir simultáneamente: cambio de estructuras y cambio de estructuras internas.” (Ibídem: 10) Romper con el orden social injusto, con la estructura dependiente, y al mismo tiempo, con la introyección del opresor, porque el Imperialismo penetra las conciencias de quienes oprime, llevándolos a reproducir los mismos valores.

La praxis revolucionaria de Mugica no es para los pobres, sino más bien es desde y junto con los pobres, imbuido en sus problemas, en sus anhelos es cómo se va a poder avanzar conjuntamente en el camino de la Liberación del hombre y de la Patria, en sus palabras: “Nuestra realización “desde el Pueblo y con el Pueblo”, acompañando al Pueblo.” (Ibídem: 43) No hay “vanguardismo iluminado” en Mugica. Se trata de crear relaciones horizontales en oposición a la verticalidad y al elitismo del Episcopado. Mugica considera que “La misión de la Iglesia es ser voz de los que no tienen voz” (Ibídem: 43), y el Sacerdote debe integrarse, por consiguiente, en la lucha por la Liberación Nacional, así: “No puede no hablar. No puede no actuar, si quiere seguir siendo Sacerdote de Jesucristo y no Sacerdote del statu quo.” (Ibídem: 50). Poco tiempo antes de su asesinato a manos de un grupo de la Triple A, había sostenido: “Los cristianos estamos llamados a dar testimonio de la verdad, y a la lucha con todas nuestras fuerzas contra la injusticia, aunque esto traiga como consecuencia, la cárcel, las torturas, el secuestro y eventualmente la muerte.” (Ibídem: 52). Mugica fue consecuente entre la palabra y la acción, dejó su vida luchando palmo a palmo con el Pueblo peronista por una Iglesia que se enfrentase al Imperialismo y a la oligarquía para instaurar una sociedad más Justa, Soberana e Independiente.   


Bibliografía

Dri, Rubén (1987), La Iglesia que nace del Pueblo, Buenos Aires: Nueva América
Dri, Rubén (1996), Autoritarismo y Democracia en la Biblia y en la Iglesia, Buenos Aires: Biblos
Dri, Rubén (2004), El movimiento anti-imperial de Jesús, Buenos Aires: Biblos
Documento MSTM (1969)
Espasande, Mara (2005), “Carlos Mugica (1930-1974)”, Galasso, N. (Comp.), Los malditos. Vol. 2, Buenos Aires: Madres de Plaza de Mayo
Mugica, Carlos (1973), Peronismo y Cristianismo, Buenos Aires: Merlín.


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