Everton
Viera Vargas
Embajador de Brasil en
la Argentina
Se celebran, en
2015, los ochenta años de la visita del presidente Getúlio Vargas a la
Argentina y los treinta años de la Declaración de Iguazú, marcos de las
relaciones bilaterales en el siglo XX. En el momento de
cambios y desafíos que vivimos hoy, recordar los orígenes del proceso de
integración nos ayuda a comprender el sentido de nuestra inserción en el mundo
y orientar las decisiones necesarias para asegurar el futuro.
Las elecciones
presidenciales de 2014, en Brasil, y de este año, en la Argentina, estuvieron
marcadas por la pluralidad y por la intensidad del debate político, además del
compromiso, de todos los candidatos, de valorizar las relaciones bilaterales y
la integración regional. La cobertura de la prensa argentina sobre Brasil, y
viceversa, refleja el mutuo y permanente interés de nuestras sociedades.
Enfrentamos, sin
embargo, una situación económica desafiante, con repercusiones políticas y
sociales. Reanudar el crecimiento, fortalecer las instituciones y seguir
promoviendo la equidad social son retos fundamentales para nuestros países.
Políticas de desarrollo tecnológico, innovación y facilitación de negocios,
como también la mejora de la infraestructura, son esenciales para aumentar la
competitividad de nuestras empresas. Problemas coyunturales no deben ofuscar
nuestro patrimonio acumulado ni impedir el avance de nuestra agenda común.
Desde una mirada
histórica, la construcción mental de una rivalidad en las relaciones
bilaterales perjudicó durante mucho tiempo lo que logramos conjuntamente en el
siglo XX. Nuestros múltiples momentos de aproximación tuvieron profunda
importancia y abrieron el camino en el que seguimos hoy.
Algunas vías,
como el Pacto ABC (1915), no llevaron de inmediato al destino esperado, pero
prepararon el terreno para iniciativas posteriores. El espíritu de concertación
política de dicho pacto, que no llegó a entrar en vigor, resurgió en la visita
de Vargas y en los ideales de Perón. Los entendimientos del presidente Frondizi
con sus pares Kubitschek y Quadros dieron seguimiento a una amplia pauta de
temas políticos y económicos, con su ápice en el Encuentro de Uruguayana
(1961). Durante todo ese período, e incluso durante la guerra de 1982, Brasil
mantuvo su apoyo inequívoco a la Argentina por la causa Malvinas.
En la visita de
1935, los presidentes Getúlio Vargas y Agustín P. Justo dialogaron sobre la paz
en la región, firmaron tratados de cooperación y acordaron construir el puente
internacional entre Paso de los Libres y Uruguayana. Vargas y Justo
comprendieron que debían mostrar voluntad política en dos temas que siguen
siendo centrales: la cooperación bilateral y la integración de la
infraestructura. A fin de destacar la pertinencia contemporánea del encuentro,
la embajada del Brasil en Buenos Aires promoverá, este mes, una exhibición de
fotografías de la visita de Vargas, en el Espacio Cultural del Palacio Pereda.
La Declaración
de Iguazú, firmada en 1985 por los presidentes Sarney y Alfonsín, sustituyó el
mito de la rivalidad por la confianza mutua. La Declaración fue un compromiso
de largo plazo, que hizo hincapié en el diálogo, la integración, la inclusión
de las sociedades y la institucionalidad como anclas para alcanzar la
complementariedad económica y obtener beneficios mutuos. El éxito de la
Declaración impulsó las negociaciones del Tratado de Asunción (1991), marco
inicial del Mercosur.
Brasil y la
Argentina están conectados, hoy, por un comercio bilateral que ya se acercó a
los 40.000 millones de dólares; por los 8400 millones de dólares en inversiones
productivas y 44.000 empleos directos generados por empresas argentinas en
Brasil, y por los 17.600 millones de dólares en inversiones y 51.000 empleos directos
generados por empresas brasileñas en este país, en sectores tan variados como
los de autopartes, bancos, alimentos, industria textil y alta tecnología.
Nuestros intercambios están marcados por el elevado valor agregado, por la
complementariedad y la interdependencia de las cadenas productivas.
Más de 1.700.000
argentinos visitaron Brasil en 2014, y se espera que muchos más lleguen el
próximo verano, tanto para disfrutar nuestras playas como para ver los Juegos
Olímpicos y Paralímpicos de Río de Janeiro. En los últimos doce meses, se
inauguraron seis nuevos vuelos entre nuestros países.
Juntos, Brasil y
la Argentina producen más del 50% de la soja del mundo y tienen reservas
importantes de hidrocarburos. En la región, son los líderes en ciencia y tecnología,
desarrollo nuclear y aeroespacial, incluyendo el avión brasileño KC-390, que
tiene partes producidas en este país. En su actuación internacional, son
reconocidos por el compromiso con la paz, el desarrollo social, los derechos
humanos y el multilateralismo.
Ochenta años
después de la visita de Vargas y treinta después de Iguazú, Brasil y la
Argentina siguen firmes en el camino de la integración. Construir, mantener y
reforzar los puentes entre nuestros países es un proceso que requiere voluntad
política, decisiones firmes y visión de largo plazo. Si "toda política es
local", como se suele decir, la democracia es un soplo que atraviesa
fronteras y ayuda las sociedades a mantener el control de sus destinos. Así
como la democracia, la integración es, simultáneamente, una conquista
consolidada y un proceso dinámico: no hay conclusión definitiva, sino nuevas
etapas para ser recorridas.