lunes, 28 de diciembre de 2015

DOCUMENTO DEL CONFEDERAL DEL PERONISMO MILITANTE

DICIEMBRE DE 2015
 DECLARACIÓN

 La Organización Peronismo Militante, consecuente con la historia de lucha de nuestro Pueblo y su tradición nacional, popular y revolucionaria, ha acompañado sin dobleces ni dudas los 12 años de conquistas permanentes y reencauzamiento del Peronismo en sus tareas históricas, bajo la conducción, primero, de Néstor Kirchner y ahora de Cristina Fernández de Kirchner.
Como siempre, en esta última instancia electoral hemos militado sin escatimar esfuerzos la candidatura de Daniel Scioli, convencidos de la necesidad de continuar las tareas iniciadas en 2003 y de impedir el acceso al poder de una fuerza que conocemos desde los albores de la vida nacional: el frente oligárquico y cipayo de los importadores, los exportadores y los financistas.

La naturaleza de las dos opciones electorales que llegaron a la segunda vuelta ha confirmado una vez más la persistencia de los dos bloques antagónicos que desde el surgimiento mismo de la Patria disputan la conducción del destino argentino.
Por una diferencia mínima, el bloque antinacional se impuso en las urnas y, a poco andar, comenzó a mostrar lo que ya sabíamos y apenas estaba oculto tras la cáscara superficial del marketing y el discurso hueco del odio irracional: el gobierno de Mauricio Macri es el gobierno de la oligarquía, las multinacionales y sus aliados. No sólo eso: una observación rápida del gabinete que se ha conformado habilita a pensar también que estamos ante un desembarco masivo de los servicios de inteligencia extranjeros.

Sin embargo, el escaso margen de nuestra derrota electoral permite pensar en una rápida recomposición del campo nacional y popular, siempre que se actúe con pericia y patriotismo. La situación actual difiere de otros momentos de retroceso histórico: contamos con una extensa organización popular y una amplia porción de sectores esclarecidos y concientes acerca de la problemática central de nuestro país; es decir, la contradicción principal entre imperialismo y nación; una conciencia que ha resistido el embate permanente y creciente, durante doce años, de los medios concentrados de comunicación, los poderes económicos, el Poder Judicial y hasta los servicios de inteligencia extranjeros y locales.
Este activo social nos obliga a una doble tarea: por un lado, a redoblar nuestro esfuerzo para sostener la participación política, sumar militancia y encuadrarla con efectividad, formándola y empoderándola, impulsando su desarrollo político; por otro, a consolidar una periferia no orgánica pero convencida, informada y contenida, incluso conducida, si fuera posible, pero sobre todo comunicada con nuestros cuadros de base, para romper definitivamente con el aislamiento en que caímos a veces en estos años, por motivos que deberemos analizar con honestidad intelectual, pero en el que mucho tuvo que ver seguramente la necesidad de reconstruir un movimiento que había sido desarticulado en la larga noche de la dictadura, el neoliberalismo y la traición.
El último tramo de la campaña electoral demostró que existe una masa de hombres y mujeres que, “sueltos” respecto de las organizaciones políticas y sociales, conforman la savia vital de nuestro gran movimiento.

Así mismo, debe quedar claro que una porción sustancial del electorado de Mauricio Macri ha sido engañada en su buena fe, gracias a una sistemática campaña de ocultamiento, tergiversación  y sensibilización para la “crispación” inducida desde los medios de comunicación concentrados y destinada, primero, a la desestabilización permanente y, finalmente, a lograr el triunfo del bloque antinacional, que, sin embargo, es minoritario, como pronto se verá y surge de una lectura detenida de los sucesivos resultados electorales.
Esto no obsta a que reconozcamos que en nuestro país hace falta reconstruir y ampliar la solidaridad social para que rija definitivamente la máxima que enseña que “la Patria es el Otro”, único modo de desprendernos definitivamente de la cultura liberal, consumista y opresiva auspiciada por el centro del poder mundial, que nada tiene para ofrecer a la periferia, como no sea hambre, miseria y explotación.

La derrota electoral obliga a repensar los términos de la “batalla cultural”, que no puede agotarse en la tarea de desmantelar las mentiras mediáticas, sino que precisa de una teorización de nuestra realidad, continuando en este siglo XXI la tarea de los grandes pensadores del campo nacional: Juan Perón, Jauretche, Hernández Arregui, Rosa, Ramos, etc., etc., para revitalizar la rica tradición que nos precede, que además hay que continuar difundiendo. Pero también es necesaria revertir la dependencia simbólica y fortalecer una cultura nacional y popular, autocentrada para poder ser, si se quiere, universales: trayendo a José Hernández, a Homero Manzi y a tantos otros hacia nosotros, pero también, y sobre todo, impulsando a quienes hoy producen esa cultura que no ha perdido su raigambre y carece de los canales de expresión necesaria. Esa doble tarea es ineludible si queremos liberar definitivamente a la Patria y construir una cultura humanista para abolir el predominio del capital sobre los pueblos.

Si ningún análisis político puede prescindir del punto de partida que significa una derrota por escasísimo margen, tampoco será conducente si no toma en cuenta la impresionante e inédita movilización popular del 9 de diciembre, cuando cientos de miles de manifestantes expresaron su agradecimiento a la conductora del Movimiento Nacional en su último día como Presidenta de la Nación.
Éste es el dato central de toda acción política para la construcción de una oposición efectiva al Gobierno entrante y no pasa desapercibido para nadie, aunque se intente imponer mediáticamente la noción falsa del “fin del kirchnerismo”, reiterando la estrategia intentada durante 12 años: separar artificialmente kirchnerismo y Peronismo, para facilitar el triunfo de la reacción.

En esa estrategia se embarcaron algunos dirigentes desgajados del tronco peronista y entregaron en bandeja el país –a pesar de nuestros esfuerzos y también, seguramente, a raíz de los errores que hayamos cometido– al antiperonismo más rancio, a los enemigos históricos del pueblo argentino, a los servidores internos del colonialismo, forzándonos primero a ir a segunda vuelta y trabajando en ella contra la candidatura del Frente para la Victoria, la herramienta electoral frentista vertebrada por el Peronismo, en la línea de su mejor tradición histórica.
El stablishment y el macrismo, casi lo mismo, pagan ahora los servicios prestados creando la fábula del surgimiento de un “peronismo republicano” (mientras se nombran ministros de la Corte y se anulan leyes por decreto) supuestamente apto para la vida democrática.
Un gobierno que más temprano que tarde empieza a mostrar su profunda raíz antipopular, generando una crisis que, igual que en 1955, pretende “predatar”, responsabilizando de ella a la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, precisa la construcción de una alternancia que garantice las directrices principales asignadas por el imperialismo a nuestro país: el sometimiento al anarco-capitalismo financiero, el alineamiento internacional de la Argentina en el eje EEUU-Europa, el reencauzamiento de nuestra política regional hacia la Alianza del Pacífico y el ingreso en nuestro país de los servicios de inteligencia extranjeros (tan desplegados hoy por todo el mundo), en general, y de la DEA, en particular, con el eufemismo de la “lucha contra el narcotráfico”; es decir, el ingreso definitivo del propio narcotráfico a nuestro país, lo que permitiría no sólo establecer un estado policial sino, también, generar una inestabilidad permanente, nuevo método para el control de las naciones “díscolas”.
Naturalmente, en el plano interno, se busca garantizar también los intereses de los exportadores y los importadores, así como del alto empresariado, cuyo destino no está atado al desarrollo y consolidación del mercado interno.

La consolidación brusca de la concentración mediática facilita esta tarea pues no sólo invisibiliza a la fuerza política más dinámica y extendida del país, la que conduce Cristina, sino también intenta disciplinar con la amenaza de la “muerte civil”, la desaparición en los medios de comunicación, a aquellos que se opongan a esta estrategia de re-domesticación del justicialismo.

Advertida la estrategia del bloque cipayo, del campo antinacional y antipopular, y establecido el punto de partida de nuestra propia fuerza, queda explicitar las líneas principales de acción para el campo nacional y popular.

- En primer lugar, la Organización Peronismo Militante ratifica que, desde el mismo 10 de diciembre de 2015, se constituye –junto al a las organizaciones políticas y sociales consecuentes con nuestra historia de lucha y leales al Proyecto Nacional y Popular– como parte indisoluble de la oposición política lisa y llana al nuevo gobierno nacional, representativo de los más oscuros intereses.

- Esta Organización reivindica ahora y siempre los más de 12 años transcurridos desde el 25 de mayo de 2003, cuando se comenzó a gobernar nuevamente para el Pueblo y la Nación, que son indisolubles, en la línea histórica del Peronismo del ’45 y todas las formas que asumió el Movimiento Nacional desde San Martín hasta hoy.

- El Peronismo, lo hemos dicho en reiteradas oportunidades, es la columna vertebral del gran frente político que reconstruyó la Patria tras el fracaso (siempre inevitable) del liberalismo y su modelo de sumisión nacional y exclusión social. Aun más: es su cabeza, pues aporta el marco conceptual para la liberación nacional y social y una cosmovisión todavía no sustituida, plenamente vigente para la realidad actual, más allá de algunas particularidades epocales.

- Nuestra Organización abocará sus esfuerzos a garantizar que el Peronismo continúe en la senda de la liberación nacional y social. Para ello, no deberá cerrarse sobre sí mismo sino honrar la tradición frentista señalada por su fundador, Juan Domingo Perón, y retomada consecuentemente por Néstor y Cristina.

- El frentismo peronista se expresa hoy en el Frente para la Victoria. El Peronismo Militante bregará para que el Partido Justicialista, una vez renovadas sus autoridades, ratifique su compromiso con esa herramienta electoral, a la cual vertebra, y que posibilitó el reencuentro nacional entre quienes, desde diferentes tradiciones políticas, anhelamos la construcción de la justicia y la independencia y nos comprometimos a recorrer juntos ese camino hacia un futuro de felicidad y grandeza.

- El Partido Justicialista, que irá a elecciones internas el próximo año, debe delimitar claramente el campo de la traición. Los que facilitaron el triunfo del antiperonismo, de los cipayos y la oligarquía ya se fueron del Peronismo. Nada tiene que hacer entre nosotros. Pertenecen al campo antinacional, y allí deben quedar los Massa y los De la Sota, donde los reciben gustosos, como puede verse fácilmente.

- El Partido Justicialista es, sin embargo, una fuerza heterogénea y esa es una riqueza que nunca debe perderse. Pero sólo es leal a sí mismo si lucha por la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política. Quienes renegaron de esos principios, ya se fueron. Son los que se aliaron al poder concentrado mediático y económico. Son los que militaron primero contra la presidencia de Cristina y últimamente contra la candidatura de Daniel Scioli.

- La interna del Partido Justicialista deberá ser amplia y limpia. Para ello es necesaria la depuración de sus padrones electorales y, también, la reapertura de la afiliación masiva, libre y sin trabas burocráticas, para posibilitar el ingreso a la vida partidaria de las nuevas generaciones de peronistas, que ya garantizan los próximos nuevos 50 años de Peronismo.

- El Peronismo Militante reafirma una vez más la necesidad de la Unidad Latinoamericana y el Nacionalismo Cultural, en un pie de igualdad con las Tres banderas históricas del Justicialismo.

- La conductora estratégica del partido Justicialista, del Peronismo y del Frente para la Victoria  es Cristina Fernández de Kirchner.

- No es posible construir una oposición coherente al gobierno liberal sin reivindicar la “Década Ganada”. No es posible consolidar una fuerza que rápidamente ponga a la nación a resguardo de los ataques que ya sufre en manos del nuevo gobierno si no defendemos a rajatabla los 12 años de conquistas, en general, y a Cristina en particular. Por eso ella es el blanco preferido en la tarea sistemática de desprestigio que los medios, el stablishment, el Gobierno y los traidores han emprendido.

- No es posible recuperar el centro de la escena política sin ese sustento vital que se manifiesta en cada rincón de la Patria, sin esa base con la que hoy cuenta nuestro movimiento, evidenciada en aquella plaza del 9 de diciembre: se ha producido un vínculo amoroso indisoluble entre Cristina y nosotros, el Pueblo. Como Perón y Evita, Néstor y Cristina han ingresado para siempre al corazón de nuestro Pueblo.

Al ritmo de ese corazón late el Peronismo Militante.
Patria sí. Colonia no.

Extario de: http://www.profesionalespm.com.ar/?p=626



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