Dentro de la estructura social argentina existen sectores,
mayormente trabajadores informales, cuentapropistas, de baja calificación, o
que trabajan en establecimientos de baja productividad, que son fuertemente
vulnerables a las alteraciones socio-económicas y de las políticas de ingresos.
Son argentinos para los cuales las políticas económicas y sociales
instrumentadas desde el Estado resultan cruciales para no caer en situaciones
de pobreza e indigencia. Asimismo requieren del sostenimiento de estas políticas
activas, incluidas las educativas y de formación y capacitación, en general,
para superar ese estado de vulnerabilidad. Como contracara, el retiro del
Estado de ese rol fundamental puede colocarlos frente al riesgo de caer en una
situación de pobreza crónica.
El paquete de políticas neoliberales que se pusieron en
marcha desde el 10 de diciembre, tras la asunción de Mauricio Macri, en la
Argentina, ha alterado gravemente el mapa socio-económico del país y sumergido
a vastos sectores de la población por debajo de las líneas de pobreza e
indigencia. Esta nueva realidad, palpable para cualquier argentino de a pie sin
necesidad de mayores números más que el termómetro de la calle, ya había sido
confirmada por importantes centros de estudios, entre ellos el Gino Germani de
la UBA. Hoy, el INDEC bajo la conducción de Jorge Todesca, ratifica esa
alarmante situación. Para el Instituto oficial, la pobreza llegó al 32,2% en el
segundo trimestre de 2016.
El Trabajo del Instituto Gino Germani de la UBA -que abarca
el período diciembre 2015/abril 2016- mide los niveles de pobreza e indigencia
en el Gran Buenos Aires, donde residen 14.696.000 personas. Los datos se basan
en un riguroso estudio sobre condiciones de vida de la población en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y los veinticuatro partidos del Conurbano, actualizado
en abril de este año. Del estudio del Gino Germani surgía que la pobreza en el
Gran Buenos Aires pasó, entre diciembre de 2015 y fines de abril, del 22% al
35.5%, mientras que la indigencia, para el mismo periodo, trepó desde el 5,9%
hasta el 7,7%. Llevado a cantidad de personas, significó que, en el periodo
comprendido, las personas en situación de pobreza en el Gran Buenos Aires,
pasaron de 3.233.120 a 5.217.080, en tanto las que viven en la indigencia
aumentaron de 867.064 a 1.131.592.
En base al estudio del Instituto Gino Germani (UBA) en
diciembre de 2015 había 8.820.000 pobres en Argentina.
Si bien el trabajo del Gino Germani parece sobreestimar
levemente la cantidad de pobres en relación con la medición que hoy arroja el
INDEC (5.217.080 pobres en GBA a fines de abril de acuerdo con el Gino Germani,
contra 4.543.000 para el segundo trimestre de 2016 según el INDEC), vamos a
hacer el ejercicio, tomando como válidos los números del Gino Germani de fines
de diciembre y los que publica el INDEC, a riesgo de subestimar el incremento
de la pobreza en el periodo. Para eso es preciso hacer algunas consideraciones
previas: el INDEC contabiliza 8.772.000 pobres dentro del total de aglomerados
urbanos abarcados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que, expandido al
conjunto del territorio nacional, significan 12.950.000 argentinos viviendo por
debajo de la línea de pobreza.
De manera que, en el conjunto del territorio nacional, el
deterioro de los ingresos de los argentinos debido al impacto inflacionario
sobre todo en los alimentos de primera necesidad como carnes y harinas y los
servicios básicos y el transporte, con paritarias que cerraron en un promedio
del 30%, frente a una inflación anual en torno del 44%, pero que supera el 52%
entre los asalariados de menores ingresos, sumado al deterioro en el mercado
laboral, con un desempleo que trepó al 9,3% en el segundo trimestre, ha dado
como resultado un alarmante crecimiento de la pobreza en el país. Desde
8.820.000 argentinos pobres en diciembre de 2015 hasta 12.950.000 en el segundo
trimestre de 2016, es decir, más de 4 millones de nuevos pobres, una expansión
de la pobreza del 46,82% en apenas medio año. Con un agravante: el 32,5% de
esos pobres son niños y niñas de hasta 14 años, a los que las políticas
oficiales no sólo les han arrebatado la capacidad adquisitiva para cubrir la
canasta básica sino que les están y nos están -a todos, como sociedad-
confiscando el futuro.
En apenas un semestre, hay más de 4 millones de nuevos
pobres. Las políticas neoliberales expandieron la pobreza en el país un 46,82%
en apenas medio año.
Y, frente a esta situación, un riesgo no desdeñable: la
posibilidad para los hogares pobres de caer en la pobreza crónica si las
oportunidades de trabajo no les permiten recuperar su capacidad adquisitiva o,
dicho de otro modo, si el gobierno nacional no muestra una dosis de
sensibilidad social que lo mueva a rectificar el rumbo de la política económica
poniendo freno a la recesión, el desempleo y la pérdida de poder de compra de
los ingresos.