Tipos de interés del
26%, una moneda que se revalúa y un gran endeudamiento convierten el dinero
argentino en el mejor negocio en plena crisis latinoamericana
CARLOS E. CUÉ - 14 NOV 2016
Diario El PAIS de España
Argentina siempre va a contracorriente. Mientras toda
Latinoamérica temblaba ante la llegada de Donald Trump, y el peso mexicano se
devaluaba un 20%, el peso argentino se revaluaba por la entrada de dólares,
aunque esta semana empieza con una caída. Mientras todo el planeta bajaba sus
tipos de interés, Argentina los subió este año al 38% y después de un ajuste
los mantiene en el 26%. Mientras sus vecinos Chile, México, Colombia tienen
inflaciones de 3%, 4%, 5%, Argentina se sitúa en el 40% en plena recesión, algo
difícil de explicar en cualquier otra economía. Mientras muchos países
latinoamericanos han decidido no endeudarse más y reducir su déficit, el
Gobierno de Mauricio Macri ha iniciado el mayor proceso de endeudamiento de
toda Latinoamérica, más de 45.000 millones de dólares emitidos este año y otros
40.000 proyectados el año que viene, aunque no toda es deuda nueva.
El Ejecutivo explica que la deuda es la única manera de
evitar un ajuste mayor. Políticamente sería inviable, ya que está en minoría en
el Congreso. Macri tenía la ventaja de que Argentina, después de años de
kirchnerismo, ruptura con el FMI, guerra con los fondos buitre y salida de los
mercados financieros, estaba muy desendeudada. Argentina tiene margen, dice el
Gobierno, no hay de qué preocuparse.
Pero esta deuda y estos tipos de interés del 26%, casi
únicos en el mundo (solo Venezuela los mejora) sumados a un peso muy fuerte
gracias a un mercado inundado de dólares, están provocando un enorme festín
financiero en plena recesión que tiene a algunos economistas preocupados. “Es
curioso lo que está sucediendo”, explica Marina Dal Poggetto, economista jefe
del Estudio Bein. “Los economistas más veteranos, que han visto esto muchas
otras veces, no están muy preocupados. Recuerdan que Brasil tuvo tipos de
interés al 45% en 2002, parecía que iba a explotar y pudo controlar la
situación. Los que andamos por debajo de los 45 años estamos muy inquietos. El
problema ahora es al revés que hace un año, sobran dólares”.
El Gobierno y el Banco Central insisten en que no hay de qué
preocuparse. Al revés, sostienen que esa llegada de dólares muestra que hay
confianza en la economía argentina. “Esto va a seguir porque el Gobierno
necesita endeudarse para financiar el déficit, y van a seguir llegando dólares.
Ya hay una cifra acumulada monstruosa. Los argentinos tienen el PIB ahorrado en
dólares. Creemos que el Banco Central lo podrá controlar, como hizo el de
Brasil. El único problema sería si llegara una tormenta fuerte internacional”,
explica Eduardo Blasco, director de la consultora Maxinver.
Argentina es un gran negocio financiero y todas las
emisiones de deuda en dólares y euros y de Lebac en pesos se cierran con gran
éxito. Un inversor con buen ojo ha podido ganar con las Lebac un 50% en dólares
(se puede invertir en pesos y cambiar sin ninguna restricción, al contrario de
lo que sucedía con el kirchnerismo, y el peso ahora está más fuerte que en
marzo) una rentabilidad del dinero imposible en cualquier otro lugar del
planeta. Esos tipos de interés desaforados le cuestan millones de pesos cada
mes al Banco Central. Todo para luchar contra la inflación, el gran drama
argentino. “Esta inflación es una especie de subsidio al sistema financiero,
que toma el dinero a interés bajo y lo presta por encima de la inflación. Esto
se va a acabar en 2019, cuando consigamos bajar la inflación a un dígito. Es un
desafío para los bancos y para nosotros”, señalaba la semana pasada Federico
Sturzenegger, el presidente del Banco Central, en la reunión más importante de
banqueros de América, Ferlaban. “Tenemos un sistema financiero muy chiquito,
vamos a hacer que crezca al menos un 10%”, añadía Alfonso Prat Gay, ministro de
Economía, que presiona a Sturzenegger para que baje los tipos de interés, de
momento sin éxito.
A esta enorme burbuja se suma un gran blanqueo fiscal
promovido por el Gobierno, que está llenando de dólares el mercado con todo el
dinero que los propios argentinos tienen escondido dentro o fuera del país. Se
calcula que hay más de 200.000 millones de dólares ocultos, y el Gobierno
confía en sacar a la luz unos 50.000. Solo en noviembre aparecieron 1.400. El
miedo de los argentinos a los bancos después de la traumática experiencia del
corralito de 2001 hace que el sistema financiero de este país sea uno de los
más pequeños del mundo, pero precisamente este crecimiento acelerado se está
convirtiendo en un gran negocio mientras a su alrededor todos los otros
sectores clave de la economía se desploman y Argentina, cada vez más cara, no
para de perder competitividad. Según los datos oficiales del INDEC, el PIB
argentino está cayendo el 3,4% anual y la producción industrial al 7,3%.
Y sin embargo, la inflación sigue muy alta -2,4% el último
mes- y la burbuja financiera no para de crecer. Resulta más conveniente meter
el dinero en Lebac o comprar viviendas, la nueva burbuja que se apunta ante la
llegada masiva de dólares, que colocarlo en la economía productiva. Empresarios
de distintos sectores insisten en privado en que ese es el gran problema: el
atractivo de estos tipos de interés es tan fuerte que es difícil que los que tienen
dinero inviertan en otra cosa. Y los que no lo tienen no pueden acceder al
crédito a esas tasas. Todas las previsiones, también las del FMI, que acaba de
aplaudir las reformas de Macri, indican que Argentina volverá al crecimiento en
2017 y todos estos problemas parecerán mucho menores. El campo ya ha empezado
su recuperación y se prevé una cosecha récord. Pero de momento el verdadero
negocio argentino está en el dinero. Los argentinos le llaman a esto, que han
vivido tantas veces, “bicicleta financiera”. Si se para bruscamente suele traer
muchos problemas.