Rubén Tamborindeguy.
Desde el 18 de Septiembre, se encuentra entre nosotros la
misión enviada por el FMI. Desde hace 10 años que esto no sucedía. Permanecerá
hasta el 30 de Septiembre.
Si bien la posición del FMI cambió bastante después de la
crísis internacional, publicando posiciones oficiales que habilitan el uso de
control de capitales (en casos excepcionales) y criticando la super
desregulación financiera, la visión general sigue siendo la misma de siempre y
ese es el problema inicial.
Lo que le sigue interesando al FMI es la garantía de un
régimen cambiario libre, un crecimiento económico de estabilidad de precios y
déficit fiscal y comercial estables.
Y aunque el gobierno de Macri puede ser desaprobado en
todos los puntos, quizá sólo haya alguna crítica, relacionada con el déficit
fiscal. No mucho más.
La clave está en entender que estrechar vínculos con el
FMI y sus socios los bancos de inversión y calificadoras de riesgo globales, es
una pieza clave en el circuito local de endeudamiento externo y la fuga de
capitales.
Desde los economistas partidarios del gobierno, se
intenta presentar el endeudamiento como una forma de cerrar la brecha fiscal.
Es decir, la vieja cantinela de los 90.
Esto sirve de excusa para tomar más deuda externa con el
fin de financiar gasto corriente ( en pesos)
Y con tanta deuda de por medio, la obsecuencia con el
Fondo, muchos esperan esperanzados un préstamo de los que el Fondo amablemente
suele dar...
Y aquí llegamos a la cuestión central: que papel cumple
la deuda externa en los países coloniales, semicoloniales y dominados por el
imperialismo.
La deuda externa es un mecanismo de sometimiento y
saqueo. Esto puede comprobarse fácilmente observando los resultados de los
planes simétricos de la política económica del Proceso y de Carlos Menem.
Apertura importadora, desindustrialización, caída de los salarios y aumento del
nivel de desocupación.
Es decir, que la crisis general del capitalismo la paguen
los pueblos. Desindustrialización y apertura exportadora para que el
capitalismo mundial descargue sus excedentes industriales sobre los países
latinoamericanos, promoviendo sólo la producción de commodities y de materias
primas. Y aumentando la desocupación y así promoviendo la caída general de
salarios.
Esto podemos verificarlo en la realidad de todos los
días. Como diría uno de los más lúcidos representantes de este pensamiento
neoliberal, Carlos Melconian, es necesario bajar los salarios, logrando una desocupación
estructural de, al menos, un 16%. O la vicepresidente de la Nación, Gabriela
Michetti, renunciando a todo proyecto industrial, abriendo la economía y
rebajando el papel del Estado.
Esto es sancionar un nuevo Estatuto Legal del Coloniaje.
Para ellos el Estado no debe conducir, sino solamente administrar. ¿Administrar
qué? Administrar la dependencia y defender los intereses de la oligarquía prebendaría
y el imperialismo, hacerse cargo de la crisis general del imperialismo, con un
pueblo en patas, doblado de hambre, sin instrucción, sin salud, sin futuro. Y
que un pueblo hambreado todavía subsidie a las empresas de servicios públicos,
mediante los más salvajes tarifazos que recuerda la historia argentina.
Esto es lo que viene a certificar la nueva misión del
FMI, en esta gigantesca ofensiva imperialista sobre América Latina.
Esto no es nuevo. Es el mismo plan maquillado que
pretendieron la oligarquía y el imperialismo desde siempre en nuestra historia.
Lo pretendieron después de 1955 con la fusiladora, y lo pretendieron durante el
Proceso cívico militar de 1976. Lo pretendieron durante el gobierno de
Menem-Cavallo. Lo pretenden ahora con Macri. No lo consiguieron ni lo
conseguirán.
En 1955 y 1976 no lo consiguieron por la denodada e
incluso sangrienta resistencia de nuestro pueblo. El pueblo argentino no suele
dejarse arrear a los ponchazos.
El tema del endeudamiento externo es central de toda
política antiimperialista. Como diría Alejandro Olmos: O se está con el pueblo
en contra de la deuda, o se está con la deuda en contra del pueblo. No existen
medias tintas. Es necesaria una actitud antiimperialista consecuente,
intransigente, sin vueltas. La deuda externa es un arma de dominación, un
instrumento de miseria al servicio del imperialismo.
Para consolidar este instrumento es que viene la nueva
misión del FMI. Es necesario denunciarla y combatirla, Y el día que volvamos a
tener un nuevo gobierno nacional y popular, hagamos lo necesario para que los
personeros del imperialismo se vayan para no volver nunca más.