miércoles, 28 de septiembre de 2016

NI CALCO NI COPIA


Origen y destino de la Gran Patria Hispanoamericana

 El impacto del descubrimiento y la conquista marcan nuestra peculiar manera de ser americanos y fijan nuestra actual posición en el mundo. El mestizaje es condición, mérito y posibilidad. Nación de patrias lanzada hacia un futuro superador en el camino por reencontrarnos con nuestro origen y destino que es fe y misión de redención americana

 por Iciar Recalde


 Publicado en la Revista de la Secretaría de Prensa de AMSAFE, sindicato de los docentes públicos de la Provincia de Santa Fe]

 "Quien reniega de la historia hipoteca su futuro." Juan Perón
  “No somos europeos. Tampoco indios. Constituimos un pequeño género humano mixto. Somos suramericanos.” Simón Bolívar
  “Interrogamos el pasado para obtener la respuesta del futuro, no para volver a él en melancólica contemplación o para restaurar formas perimidas, sino para que nos enseñase cuáles son los métodos con que se defrauda el presente e impedirlo (…) hemos aprendido que el arte de nuestros enemigos consiste en fraccionarnos en puntos de vista pequeños y reducidos, y ya nadie podrá destruir la visión integral que se ha logrado.”  Arturo Jauretche
  
Parece que todos los 12 de octubre hay que volver sobre lo mismo. Evidentemente, la visión integral que creía arraigada Don Arturo Jauretche en el fragmento de discurso del año 1942 que consignamos como epígrafe, es hoy una quimera. El carácter nacional no es innato, es una empresa que sale bien o mal, que se hace, se deshace, se rehace según la acción vital de un pueblo. En tal sentido, vivimos una profunda crisis de identidad que lamentablemente refuerza nuestra situación semicolonial y comienza por negar una y otra vez  lo que somos, ese “pequeño género mixto” que en boca del Libertador no era nostalgia virreinal ni “indolatría”, sino lisa y llanamente, la asunción del mestizaje forjado por uno de los acontecimientos más trascedente de la historia de la humanidad: la irrupción de Europa en América y la irrupción de América en Europa. Amelia Podetti afirma que Colón no descubre el nuevo mundo, sino que descubre por primera vez el mundo en sentido de totalidad sobre el que se asienta la Modernidad, torciendo de una vez y para siempre el rumbo de la historia occidental en su conjunto.

 Resulta cuanto menos paradójico que en momentos en que nos proponemos reconstruir la Patria Grande para volver a cabalgar la senda de los libertadores, borrando fronteras que coadyuven a liquidar los colonialismos internos, resurjan con virulencia las voces de los profetas del odio que fomentan a través de instituciones y organizaciones financiadas por el extranjero, el desprecio por nuestras raíces comunes, promoviendo conflictos y divisiones internas y hasta inventando rivalidades hacia el interior de nuestros pueblos. Sin lugar a dudas, su objetivo viene a prolongar la fragmentación que experimentó la América española cuando su proceso independentista fue detenido por el imperialismo inglés que hizo de las ciudades puerto galeones del desguace de la unidad hispanoamericana a la deriva de una serie de nacionalidades más o menos postizas.

 La contracultura de la globalización que promueve el extravío de la línea nacional y la sumisión a los cánones europeos o yanquis tiene consecuencias que se erigen como serios obstáculos para el necesario proceso identitario que el pueblo argentino y los pueblos hermanos necesitan darse para trazar las estrategias adecuadas de un proyecto de liberación nacional y continental aún aplazado y cuyo aplazamiento, duele. Duele en nuestro raquitismo económico y en las cifras de mortalidad infantil por hambre de sur a norte y de norte a sur del continente. Tan colonizados somos que si los unitarios despreciaban el país por criollo, la oligarquía por gringo, ahora resulta que venimos nosotros a despreciarlo por mestizo, por  “no originario“, como si existiera algún pueblo realmente originario del lugar que habita. En tal sentido, la fobia antihispánica de raíces protestantes, liberales y anglófilas y de yapa, proindígena, viene asentando una política de la historia que lastima en lo más íntimo la tradición histórica sobre la que se cimenta la construcción de nuestra nacionalidad. Cancela de un plumazo 500 años de historia, proceso fecundo sin el cual no existiríamos y a través del que se forjó una nueva raza, la nuestra. Nos niega a nosotros mismos y escribe nuestro origen en 1810 y, aún más, sepulta la historia americana en 1492 a costa de un supuesto genocidio perpetrado por la conquista. Es que la Leyenda negra española en América goza de profunda vitalidad. Asentada en un conjunto de relatos denigratorios según los cuales el paso de España por América ha sido enteramente siniestro: una mezcla nauseabunda de crueldad, fanatismo y violencia. Una obra genocida contra bondadosos indígenas (una nueva vuelta de tuerca al mito del “buen salvaje” que parecía ya perimido) a los que se sometió a la esclavitud más atroz. No obstante, no existe ni una sola prueba material real de que tal cosa ocurriera en esos términos, más aún, hay pruebas documentales de lo contrario que, claro está, no habilita la otra cara de la moneda, la de la leyenda rosa, igual de falsa, basada en la legislación de Indias de escaso y parcial cumplimiento en suelo americano. Vamos por partes:

 1. No hubo genocidio en América. Hubo sí una mortandad abrumadora de indígenas por los virus que entraron en el continente con los europeos frente a los cuales no se tenían defensas. Un genocidio requiere que haya voluntad de exterminio y eso no sucedió en la América española, sí en las operaciones de conquista de anglosajones y holandeses, por ejemplo. Claro que existieron casos de brutalidad y abusos pero no fueron éstos origen de la catástrofe demográfica. La imposición de la autoridad y la explotación del trabajo se cumplieron apelando a pautas que, con ojos actuales, fueron inhumanas, no obstante, la tarea de evangelización incorporó a enormes contingentes de hombres y mujeres mancomunados en la creación de una nueva sociedad. Es necesario recordar que la inexistencia de fuertes prejuicios raciales en el español promovió la vertiginosa fusión sexual que dio lugar a la gestación de diversas generaciones que fundieron los rasgos étnicos predominantes en América -ibérico o europeo, amerindio y afronegro- en la unidad de un credo, el católico, y un idioma, el español o su  lengua hermana, el portugués.



2. No existió la esclavitud de indios en América como política expresa de la Conquista. Hubo sí un régimen de trabajo muy duro con jornadas eternas y una retribución miserable, similar al existente en Europa que, reiteramos, con ojos actuales, resulta intolerable. En un tiempo donde la esclavitud seguía siendo una institución social vigente, los españoles por orden real no podían esclavizar a los indios y justamente por eso comenzó la importación de esclavos negros vendidos por los mercaderes árabes y por las mismas tribus africanas. Es necesario advertir, además, que el supuesto paraíso de armonía, libertad y unidad de los pueblos naturales que la Conquista vino a obturar  tampoco existió más que en la cabeza de sus detractores. Existían profundas divisiones en los pueblos americanos que, de hecho, fueron utilizadas conscientemente por los españoles para desarticularlos. Por caso, el imperio azteca desarrollaba el sistema esclavista, sometiendo violentamente a diversos pueblos cercanos y practicaba sacrificios humanos como manera ritual de hacer la guerra.
  
Deformar la historia es mal formar el futuro. Hay que decirlo: la leyenda negra es falaz. No somos españoles, tampoco amerindios. Constituimos "la mayoría étnica" de más de 500 millones de americanos desperdigados a lo largo y ancho del Continente de la Esperanza. La "raza cósmica" de Vasconcelos, el "ser multígeno" de Scalabrini Ortiz, "nuestroamericano" de Ugarte, el "ni calco ni copia" de Mariátegui, la asunción de Juan Perón de que "para nosotros, la raza no es concepto biológico, para nosotros es algo puramente espiritual. Constituye una suma de imponderables que hace que seamos lo que somos y nos impulsa a ser, por nuestro origen y nuestro destino.”
  
El proceso de mestización de nuestros pueblos ha sido tan fecundo a lo largo de los siglos que los indígenas puros no sobrepasan en la actualidad el 5 % de la población total y sólo el 25 % de ellos habla exclusivamente su lengua de origen. Por consiguiente, la construcción de multiplicidad de “originalidades” atomizadas y desarticuladas no hacen más que reforzar el extravío de la noción de pertenencia a la casa común, quedando a merced de las operaciones de las potencias imperiales del tipo "somos distintos, tenemos que crecer por separado" que ha servido siempre para consagrar la división de Hispanoamérica, arte de fraccionamiento al que aludía Jauretche como modo de defraudar el presente. En nuestras patrias chicas los enfrentamientos más amargos han sido y continúan siendo entre paisanos, en muchos casos de igual color y origen pero escindidos a través de “diversidades” inexistentes, salvo para las usinas de fundaciones gringas que puertas adentro de nuestro país hacen jugosos negocios con la supuesta defensa de los “indios.” La diversidad verdadera la conseguiremos sólo cuando logremos que las banderas históricas de cada uno de nuestros países convivan en una sola nación. Lo otro es división, separatismo que pulveriza a través de una presunta "plurinacionalidad" la cuestión nacional pendiente para dividirnos y dominarnos.

 Porque es el presente la plataforma de acción pero origen y destino, arraigo y esperanza, son los únicos horizontes que movilizan a los pueblos hacia el porvenir. No hay presente sin un pasado y un futuro que lo sostengan, el pasado no ha dejado de ser, vive en nosotros, da vida a nuestra pelea cotidiana. En síntesis: un nuevo mundo surgió de la fuerza de los hechos en 1492, un nuevo mundo que nos dio existencia y que nos pertenece. O, en todo caso, debería pertenecernos más y mejor. En tal sentido, el debate en torno al 12 de Octubre continúa siendo medular en la tarea de reelaborar una visión totalizadora del pasado y del presente para que nuestra América readquiera su conciencia perdida y responda a las voces de su destino para cometer la gesta inconclusa de San Martín y Bolívar. Levantar bien altas las banderas de la nacionalidad es en defensa de lo nuestro, desde la raíz de nuestra peculiar personalidad hasta la propia existencia soberana. Urge esforzarnos en darle a nuestra identidad argentina y americana el contenido de justicia, libertad y soberanía que las organizaciones libres del pueblo necesitan para que ese concepto no sea mero  palabrerío vacuo

martes, 27 de septiembre de 2016

EDITORIAL DE FERNANDA VALLEJOS

MUCHO MÁS QUE DOS
23.09.2016

El INDEC publicó esta semana los datos sobre la evolución de la economía, que intentaremos analizar y socializar porque entender cómo funciona la economía, aunque puede perecer tedioso, es importante, en última instancia, para ejercer plenamente nuestra ciudadanía, y tomar decisiones por nosotros mismos.

Veamos ¿qué dice el INDEC? En el segundo trimestre del año el PBI se derrumbó -3,4%. Es que todos los componentes de la demanda cayeron: en primer lugar la inversión. Se desplomó un -4,9%. Anotemos que el gobierno ha sostenido que la Inversión, junto con las exportaciones, constituyen los motores del crecimiento de su modelo económico. En segundo lugar cayó el consumo público, los gastos del Estado, un -2%. O sea que el Estado que antes estimulaba el crecimiento, pasó a convertirse en parte del problema. En tercer lugar cayeron las exportaciones, un -1,9%, el segundo motor del crecimiento está tan fundido como la inversión. Por último, de acuerdo a las mediciones de Todesca, también cayó el consumo de las familias, que explica el 70% del PBI, un -0,1%.

Miremos un poco adentro de esos componentes de la demanda. Dentro de la inversión, hubo una caída brutal en las construcciones, de -15,7%, mayormente obras de infraestructura vinculadas al sector agropecuario y a la actividad petrolera. El informe de ejecución del primer semestre 2016 del Ministerio de Hacienda, ratifica y explica la parálisis de la obra pública: de la partida de $174.000 millones prevista en el Presupuesto 2016, sólo se ejecutó el 46%, en términos nominales, a lo que hay que descontar la alta inflación.

¿Qué pasó con el otro motor, las exportaciones? Miremos los últimos datos publicados sobre Intercambio Comercial. En el mes de julio, primer mes del segundo semestre, las exportaciones cayeron -10,9%. Para los primeros siete meses del año la caída de las exportaciones es de -3,9%. Las únicas que crecieron fueron las de productos primarios, por el aumento de las cantidades exportadas, gracias a los beneficios concedidos por el gobierno, con la devaluación y quita de retenciones, por lo que se liquidaron los stocks que antes se retenían, lo que compensó la disminución de sus precios; en las manufacturas de origen agropecuario (MOA) el aumento de las cantidades no compensó la caída de los precios; mientras que en las manufacturas de origen indutrial (MOI) y combustibles y energía se redujeron tanto los precios como las cantidades.

Por el lado de la oferta, como ya les dije, en el primer semestre cayó el PBI un -3,4%, pero ¿saben qué? Como ya pueden anticipar, hay algo que creció: las importaciones, tuvieron una expansión de +8,7%. Si consideramos los primeros siete meses del año, el aumento en las cantidades importadas fue de 6,4%. Las importaciones de vehículos automotores de pasajeros aumentaron 30,1%, lo que significa que las ganancias garantizadas por el tarifazo ni siquiera se quedaron dentro de nuestro circuito productivo, sino que fueron a parar a una renovación de flota adquirida en el exterior. Alarmantemente aumentaron 8,3% las compras de bienes de consumo. En tanto fueron menores las importaciones de Bienes de capital, Bienes intermedios, Piezas y accesorios para bienes de capital, porque lógicamente, con una industria que se achica, en una economía que se achica, como ya vimos, también se retrae la inversión, que se queda sin estímulos, y, por lo tanto, los bienes para la producción se dejan de comprar. Hubo una caída en Combustibles y lubricantes, por la importante baja de los precios internacionales del petróleo. Sin embargo, un caso paradigmático es el de Chile, donde, mientras las exportaciones descendieron en absolutamente todos los rubros, en conjunto, -17,3%, las importaciones aumentaron 58,8%, principalmente por la decisión del ministro Aranguren de reemplazar a Bolivia como proveedor, con precios casi 130% más altos.

Es decir que los argentinos, tanto las familias, como el Estado y las empresas, consumimos e invertimos menos, pero no sólo eso, dentro de esa menor demanda de consumo y inversión, hubo una parte muy importante de bienes y servicios que no se produjeron con trabajo de los argentinos, con salarios que les pagamos a nuestros trabajadores, sino en el exterior, pagando salarios al resto del mundo, mientras se deteriora nuestra propia realidad, que ya suma, como ustedes saben, 5 millones de nuevos pobres y medio millón de desempleos nuevos, en lo que va del año.

La actividad de la construcción, con la mayor caída, tuvo una disminución de 10,2% en el primer semestre. Según los datos del Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC), durante el mes de julio, el índice bajó -23,1%. Por su parte, el dato del acumulado durante los primeros siete meses del año registra una disminución de -14,1%. Lo cual pone de relieve, una vez más, que el comienzo del segundo semestre, lejos de marcar un cambio de tendencia, muestra la consolidación de los pésimos resultados de una política que conduce a la economía a un callejón sin salida.

La industria manufacturera registró una baja de -7,9% en el primer semestre. De acuerdo con datos del Estimador Mensual Industrial (EMI), la actividad industrial en julio volvió a caer -7,9%.

El sector agropecuario, de caza y silvicultura también disminuyó, en conjunto, -7,9%. El sector pesca, cayó -15,7%. La minería disminuyó -5,5%.

El sector comercio mayorista y minorista y reparaciones tuvo una caída de -2,1%. También cayeron el sector de actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler un -0,9%, los sectores de servicios comunitarios, sociales, personales un -0,8%, o los servicios de hogares privados que contratan servicio doméstico un -1,3%.

Los resultados son, lisa y llanamente, desastrosos por donde se los mire. Los motores del crecimiento del modelo macrista están fundidos y la economía va marcha atrás desde hace nueve meses.

Siguiendo el informe de ejecución del primer semestre 2016 del Ministerio de Hacienda, el gobierno no está en condiciones de exhibir números razonables ni siquiera en materia de cuentas públicas: el déficit primario (antes del pago de la deuda), fue de U$s14.000 millones, un 40% superior al de igual periodo de 2015, a pesar de los 20.000 empleos públicos destruidos, la parálisis de la obra pública y el tarifazo -supuestamente fundado en el recorte de subsidios- que, en la práctica, no implicó menores transferencias, ya que éstas se expandieron 31%, garantizando super-ganancias a las empresas energéticas y de transporte, cuyos precios se incrementaron exponencialmente, contribuyendo a fogonear el proceso inflacionario y la transferencia regresiva de ingresos.

Por la menor recaudación por derechos de exportación (por eliminación de retenciones y disminución de la alícuota de la soja), del IVA e impuestos internos (por menor nivel de actividad), y el acrecentamiento de los gastos corrientes, el déficit equivale al 26,2% del gasto primario. Descartado el “blanqueo” -hasta el momento marginal- como fuente de financiamiento, sólo queda el mayor endeudamiento que acumula, hasta agosto, 38.159 millones de dólares.

El gobierno no está en condiciones de exhibir números razonables ni siquiera en materia de cuentas públicas: el déficit primario (antes del pago de la deuda), fue un 40% superior al de igual periodo de 2015. Por la menor recaudación y el acrecentamiento de los gastos corrientes, el déficit equivale al 26,2% del gasto primario. Descartado el “blanqueo” -hasta el momento marginal- como fuente de financiamiento, sólo queda el mayor endeudamiento.

Con estos resultados uno podría esperar rectificaciones en la política. Pero el proyecto de Presupuesto 2017 muestra que el gobierno insiste con la misma receta.

La presión tributaria estimada para 2017 es 25,97% del PBI, casi 3 puntos menos que en 2015, o sea que el Estado tendrá menos recursos para afrontar los consumos, transferencias e inversiones. Hay, de hecho, una reducción del gasto primario que descenderá al 22,18% este año y al 21,71% del PIB en 2017, casi 2 puntos menos que en 2015. Es importante destacar que el crecimiento de 35,2% de los compromisos en materia de Seguridad Social, es superior al incremento esperado de los recursos previsionales de 23,5%, ya que el Estado debe afrontar los pagos de jubilaciones de privilegio de la ley llamada de “reparación histórica”, con lo que el déficit previsional para 2017 alcanza al 58,8% de los recursos, lo que plantea serias dudas sobre la sustentabilidad de la reforma, y alimenta el riesgo de venta de títulos y acciones del Fondo de la ANSeS.

La presión tributaria estimada para 2017 es 25,97% del PBI, casi 3 puntos menos que en 2015, o sea que el Estado tendrá aun menos recursos. Hay, de hecho, una reducción del gasto primario que descenderá al 22,18% este año y al 21,71% del PIB en 2017, casi 2 puntos menos que en 2015.
Por su parte, hay un sensible crecimiento de los intereses de la deuda que representarán el 2,36% del PIB este año y el 2,53% en 2017, casi un punto más que en 2015, consecuencia del vertiginoso endeudamiento externo. En términos nominales, el pago de los intereses de la deuda se incrementa, en 2017, un 32,3% con respecto a 2016 (donde a su vez se observa un escalofriante crecimiento de 93% en relación con 2015), llegando a U$s13.763 millones en 2017. En cuanto a la inversión en Infraestructura, en 2017 será de sólo el 2,21% del PIB (menos que el 2,53% comprometido para el pago de los intereses de la deuda).

El endeudamiento público del próximo año será, al tipo de cambio promedio esperado de $ 17,92, de U$s96.380 millones. De ese total, se amortizará deuda (se cambiarán títulos de deuda vieja por nuevos) por U$s58.175 millones, por lo que el gobierno se debe endeudar en U$s38.205 millones para cubrir el déficit fiscal y cancelar la deuda que no puede renovar. De ese total, el gobierno de Macri incrementaría la deuda con el sector privado en U$s 18.500 millones, colocando U$s 10.000 millones en el exterior.

Crecen los intereses de la deuda: representarán el 2,36% del PIB este año y el 2,53% en 2017, casi un punto más que en 2015. En términos nominales, el pago de intereses se incrementa, en 2017, un 32,3% con respecto a 2016 (donde el escalofriante crecimiento es de 93% en relación con 2015). El endeudamiento público del próximo año será de U$s96.380 millones. El gobierno se debe endeudar en U$s38.205 millones para cubrir el déficit fiscal y cancelar la deuda que no puede renovar. La deuda con el sector privado crecerá en U$s 18.500 millones.

En síntesis, el gobierno cierra con un elevado déficit fiscal, supuesto justificativo para el ajuste brutal que viene implementado, tanto este año como el próximo, para lo que debe profundizar la política de sobreendeudamiento, avanzando por un peligroso sendero de insolvencia. Mientras el mismo gobierno estima que la economía operará con déficit comercial (importaciones superiores a las exportaciones) todos los años: U$s 1.866 millones en 2017, U$s 3.800 millones en 2018, y U$s 4.929 millones en 2019. Por lo que no habrá, en ningún año de la gestión Macri, generación de divisas genuinas en la economía argentina.

Evidentemente, la fiesta no era antes, es ahora: una fiesta de deuda e importaciones, donde festejan los de afuera que se quedan con el fruto del esfuerzo de los argentinos que deberemos seguir sacrificando consumo, producción e inversión y resignándonos a la extinción de un Estado equilibrador. O sea, una fiesta a la que ninguno de nosotros estamos invitados, aunque seguramente deberemos pagar, como en el 2001, los platos rotos cuando se agote la posibilidad de seguir financiando de prestado las enormes transferencias al poder económico global.


VI jornadas nacionales de historia


VI Jornadas Psicoanálisis, salud y políticas públicas


Cinco pasos para contrarrestar la vulnerabilidad de los procesos progresistas

Álvaro García LINERA - noviembre 2015

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=205209


El vicepresidente del Estado, Álvaro García Linera, recomendó, esta semana, seguir cinco pasos para contrarrestar la vulnerabilidad de los procesos progresistas, esto en la clausura del ciclo en conmemoración de los cien años del nacimiento de José Luis Massera, desarrollada en el Paraninfo de la Universidad de la República Oriental de Uruguay.

La autoridad boliviana explicó que existen « estrategias de contrainsurgencias definidas por gobiernos, empresas y bolsas de valor » que ponen en marcha ciertas vulnerabilidades gestadas internamente con acciones agresivas desde el exterior y señaló que América Latina tiene problemas, dentro del desarrollo de los procesos progresistas, porque ha generado internamente condiciones de vulnerabilidad, « por decisiones propias y esta es gatillada por los mercados externos, pero deben reforzarse para volverse invulnerables mediante reflexiones profundas y sinceras », aseveró.

García Linera señaló que el primer paso « es reconocer y analizar en qué decisiones nos equivocamos », como gobernantes, esto es muy importante para avanzar sin repetir errores.

También, dijo que es necesario luchar, a toda costa, para mantener la unidad del bloque social que fue el constructor del proceso de democratización continental, « esta alianza de sectores indígena-campesinos o de campesinos con sectores obreros, con profesionales, estudiantes, esta alianza que se logró después de mucho tiempo de oscurantismo dictatorial y neoliberal » hay que defenderla, señaló.

Agregó, que la alianza es una construcción virtuosa de hegemonía y de un bloque social de poder que difiere en cada proceso revolucionario y que es necesario « resaltar lo que nos une », agregó.

« En Bolivia, el MAS es una coalición flexible de movimientos sociales y Evo es líder articulador, el reto es cómo mantener esas coaliciones. Y la historia de los gobiernos progresistas y revolucionarios se va a definir al interior de ellos mismos, no por fuera, porque eso sería el retroceso que es el regreso y restauración neoconservadora de un neoliberalismo tardío mucho más feroz, autoritario y destructivo, del que se vivió en los años 80 y 90 », complementó.

García Linera indicó que la tercera recomendación es la capacidad de gestión económica, « la gente nos va a seguir apoyando o nos va a rechazar por cómo orientemos la economía » y depende de la realidad de cada país.

Como cuarta recomendación, el vicepresidente boliviano dijo que cada decisión que se tome debe estar orientada a beneficiar al núcleo duro, « a aquel que no nos va a abandonar nunca, a los más pobres, a los más humildes, a los más maltratados », acotó.

« Si tenemos que distribuir los costos, no los hagamos recaer sobre los más humildes, sino sobre los que tienen más para mantener el apoyo de los que tienen menos. Nunca se debe perder la base de apoyo de tu núcleo duro porque, al fin y al cabo, de ahí venimos y cuando pase todo esto, ahí vamos a volver », agregó.

Y como última recomendación, García Linera señaló el constante proceso que deben desarrollar los revolucionarios de repolitización y reideologización de la sociedad, « esta es la tarea más difícil », porque cada vez que se requiere de mayor cantidad de personal en el aparato estatal, asumen los integrantes de los sectores sociales y estos se despolitizan.

« Al despolitizar esos sectores, convertir al activista en funcionario público y dejar abandonado a la comunidad o al sindicato, hemos dejado un espacio para que las fuerzas conservadoras vuelvan a apoderarse de esos sectores », complementó.

Por ello, enfatizó en que « toda medida económica que favorece a lo popular debe estar acompañada de un proceso de narrativa política, de politización, de un sentido de lo político : lo comunitario, lo social, lo socialista y lo comunista, mediante cursos de formación política, seminarios, charlas y demás », concluyó.

*Alvaro Marcelo García Linera es un matemático, sociólogo y político boliviano, trigésimo octavo vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia desde el 22 de enero de 2006, durante el primer, segundo y tercer gobierno del presidente Evo Morales.



lunes, 19 de septiembre de 2016

Presentación de la FORJA del nacionalismo popular


Raíces filosóficas del peronismo


Pensamiento Nacional y Academia

Por Juan Godoy*

“Escritor nacional es aquel que se enfrenta con su  propia circunstancia, pensando en el país y no en sí mismo”. (Hernández Arregui, 2004: 19)

“un día se oyó en las calles de Buenos Aires el grito de “Libros no, alpargatas sí”. Muchos se escandalizaron. Primero que nadir, los que habían escrito libros que valían menos que una alpargata. Pero la mayoría comprendió: con ese grito se estaba repudiando a una clase intelectual que vivía de espaldas al país y a su hombre”. (Cooke, 2010: 71)

            Más de cien años pasaron que José Martí reclamara: “la universidad europea debe ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas hasta acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras Repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras Repúblicas” (Martí, 2005: 12), por citar un caso emblemático de los tantos que han reclamado que la universidad se ligue a las necesidades nacionales, y a la tradición de pensamiento latinoamericana. Esas ideas, dejando de lado algunos momentos y proyectos particulares, no han logrado penetrar las instituciones educativas. El eurocentrismo, enciclopedismo y el estar de espaldas a las necesidades de la patria es lo que ha predominado.
            En este marco, la corriente de pensamiento nacional ha sido francamente ninguneada o negada en los ámbitos académicos. Hoy día después de una década de varios proyectos nacionales-populares en nuestro continente, la situación dista de ser diferente sobre todo en las universidades tradicionales[1]. Asistimos reiteradamente a personajes, algunos lamentablemente desde el “campo nacional”, que resisten a adoptar una matriz de pensamiento nacional, sostienen que es “poco serio”, que ya está “pasado de moda”, que esas categorías no se aplican más, y que es necesario estar acorde al siglo XXI. Argumedo afirma al respecto que “hay un sentido común difundido en las ciencias sociales, según el cual determinadas corrientes teóricas son las corrientes teóricas; fuera de ellas sólo se dan opacidades, manifestaciones confusas, malas copias de los originales. Las vertientes de corte nacional y popular en América Latina tradicionalmente han caído dentro de  esta última categoría”. (Argumedo, 2002: 10)
Llamativo resulta que los que enuncian este discurso suelen adoptar marcos teóricos del siglo XVIII y XIX, y realizados en realidades muy lejanas a las nuestras. Evidentemente, hay que decirlo: civilización y barbarie cala profundo, aún hoy en los pasillos de nuestras universidades, porque al fin y al cabo no deja de ser un pensamiento pre-juicioso que considera que lo ajeno (Europeo o Norteamericano claro), es mejor por el mero hecho de serlo que lo nacional, que es “malo” también por el mero hecho de serlo. Así, la importación acrítica de ideas aparece de sobremanera, por eso Ricardo Rojas advierte: “a causa del vacío enciclopedismo y la simiesca manía de imitación, que nos llevara a estériles estudios universales, en detrimento de una fecunda educación nacional”. (Rojas, 1971: 137)
Desde este esquema teórico, sólo puede surgir un pensamiento a contrapelo de la patria y sus necesidades. Los académicos siguen pensando más que en nacional a partir de cualquier esquema lejano. El “fantasma de Sarmiento” recorre las aulas de nuestras universidades.
Podría uno citar numerosos ejemplos de pensadores nacionales que han esbozado ideas similares a algunos pares europeos o norteamericanos muchos años antes, pero que la academia las adopta a partir de estos pensadores lejanos. Al parecer ¡un pensamiento “vale más” si está escrito en francés, inglés, ruso o alemán que en nuestra lengua! Es que, como lo sostiene Jauretche “la mentalidad colonial enseña a pensar el mundo desde afuera, y no desde adentro. El hombre de nuestra cultura no ve los fenómenos directamente sino que intenta interpretarlos a través de su reflexión en un espejo ajeno, a diferencia del hombre común, que guiado por su propio sentido práctico, ve el hecho y trata de interpretarlo sin otros elementos que los de su propia realidad”. (Jauretche, 2004; 112)
Basta recorrer las currículas de nuestras universidades y observar la enorme y casi excluyente presencia de pensadores europeos y norteamericanos, y la prácticamente ausencia total de escritores o pensadores latinoamericanos. Pareciera que los únicos que se pusieron a pensar la realidad son aquellos. Si uno hace el ejercicio de recorrer las currículas de los países con una cuestión nacional resuelta el resultado es, lógicamente,  diametralmente opuesto.
Universidades “europeas o norteamericanas” en suelo nacional, otra forma de penetración cultural de las potencias imperialistas. Esta penetración del pensamiento colonial en nuestras casas de Altos Estudios revela también la poca presencia no solo de egresados, sino de una dirigencia que “piense en nacional”. Es necesario resaltar que de la universidad ha salido mayormente la clase dirigente de nuestro país. Es más, muchos de los casos de dirigentes que piensan en esos términos nacionales han formado su conciencia fuera de estos ámbitos.
Esa relación estrecha entre academia y clase dirigente también es manifestación de la “soberbia intelectual” de los sectores medios (propios y ajenos, conscientemente o no), muchos de los cuales por su matriz de pensamiento piensan que solo los “blancos”, “formados académicamente”, “lindos”, que hablan pronunciando las letras “S”, son los que pueden dirigir los destinos del país. De ahí que Hernández Arregui con su pluma incisiva afirme que “esta “intelligentzia”, tanto de derecha como de “izquierda” se irrita ante los escritores genuinamente nacionales que son, en tanto hombres amasados a su pueblo, la mala conciencia que le recuerda, como una voz interior, su deserción de las luchas del pueblo. Más que el escritor nacional, lo que le resulta inadmisible lo que le resulta inadmisible, es que las masas argentinas representan no solo la alpargata sino la Cultura Nacional. El liberalismo colonial les endilgo que eran ellos, mandarines una ficticia “elite” intelectual, los depositarios de esa cultura. Pero la cultura es colectiva, creación anónima del pueblo. No de los intelectuales”. (Hernández Arregui, 2004: 20)
Cabe llamar la atención a una crítica que se hace al pensamiento nacional en tanto cerrazón frente a lo extranjero, lo que ya se ha repetido muchas veces, que las ideas no son nacionales por una cuestión geográfica, sino que se relaciona en tanto correspondencia de las mismas con las necesidades nacionales. Lo que se critica es la importación acrítica de las ideas solo por el hecho de haber germinado en algún rincón del planeta que se considera “civilizado” en detrimento de lo propio. Se incorporan las ideas como absolutas, no en lo que puedan ayudar al desarrollo de la cultura nacional, sino despreciando la misma, e intentando de reemplazarla.
            Muchas veces se achaca a las ideas nacionales la falta de rigurosidad metodológica, lo cual a veces consideramos es una de sus virtudes, no encerrarse en una “rigurosidad metodológica” que quita creatividad. Ya Wright Mills había discutido con este tipo de pensamiento estableciendo que era necesaria una ciencia social artesanal y sostiene la necesidad de no perder la imaginación sociológica, afirmando que “el concepto de la ciencia social que yo sustento no ha predominado últimamente. Mi concepto se opone a la ciencia social como conjunto de técnicas burocráticas que impiden la investigación social con sus pretensiones metodológicas, que congestionan el trabajo con conceptos oscurantistas o que lo trivializan interesándose en pequeños problemas sin relación con los problemas públicamente importantes”. (Mills, 1964: 39)   
El seguimiento de las herramientas metodológicas a rajatabla da lugar al fetichismo del método, “el individuo poseedor del método aprende la realidad social a través de la combinación de variables en el modelo formal, superando el momento de la operación científica, se “compromete”, se vuelve a meter en una realidad que por un momento consideró exterior (…) si la realidad no se adecúa al modelo la realidad no existe (…)“el conocimiento formal es empirismo acrítico, el fetichismo de los hechos inmutables, la creencia de una legalidad exterior a la producción humana de la naturaleza y la sociedad” (Carri, 1968: 52-53). El método pasa a dominar al investigador, lo constriñe, no lo deja crear, y lo que es peor el esquema abstracto no se “ajusta” a la realidad, sino que muchas veces es un pensamiento descontextualizado y/o apunta a “ajustar” la realidad en lugar de la idea.
            Al mismo tiempo, nos preguntamos por los criterios de validez, “las ciencias humanas tienen criterios para medir la relevancia. (…) La exposición pedagógica de esas teorías tiende a acompañarse de un distanciamiento entre los desarrollos conceptuales y los momentos históricos en los cuales se formularos; y también ocultar los deslices de autores consagrados que a veces dicen lo que no se debe. Sin desconocer tales criterios, creemos posible incluir otras variables para evaluar esa relevancia. Si millones de hombres y mujeres durante generaciones las sintieron como propias, ordenaron sus vidas alrededor de ellas y demasiadas veces encontraron la muerte al defenderlas, esas ideas son altamente relevantes para nosotros, sin importar el nivel de sistematización y rigurosidad expositiva que hayan alcanzado”. (Argumedo, 2002: 10)
De esta forma, a partir del estudio de nuestras particularidades como Continente y como país, establecer también otros criterios de validez de un pensamiento, pues sino se corre el riesgo (que es lo que sucede), de negar una corriente de pensamiento que ha calado profundo en el pueblo argentino y en las luchas por la emancipación a lo largo de estos años. Negar cualquier categoría de pensamiento que no siga el “canon” consagrado es cientificismo puro, y altivez frente a las tradiciones de pensamiento popular. Es miopía de la intelligentizia. Asimismo, estudiar a los autores desligados de su ideario político es una descontextualización muy severa que solo puede llevar a abordajes erróneos y superficiales. Así como también el desconocimiento profundo en las ciencias sociales del pasado de nuestra patria, de la historia de lucha del pueblo argentino lleva al “mismo puerto”. Además destacamos que las ideas deben ser “medidas” en su contexto, en tanto posibilidad de aplicación a la realidad.
            La pila de artículos académicos, o papers (como gusta decir a los academicistas), que crecen día a día, y que vale decir muy pocos leen, va de la mano con el incremento del desconocimiento de nuestra realidad, pues siguiendo marcos teóricos ajenos acríticamente solamente pueden hacer emerger análisis desconectados de nuestras necesidades. Aritz Recalde describe bien al academicismo, en tanto “la actividad intelectual pierde su sentido más allá de mejorar el salario de quien obtiene un título y de engordar el burocrático CV de los directores de tesis. La ciencia se burocratiza y se organiza como una carrera de mero rejunte de certificados (…) El saber sin un objetivo político predeterminado es abstracción académica y narcicismo pequeño burgués (y exhorta) las nuevas generaciones de universitarios y de hombres de cultura deben elegir entre escribir para su país y su pueblo o, meramente, para sí mismos o su cuenta bancaria”. (Recalde, 2016: 10)  A esos pensadores Oscar Varsavsky califica como cientificistas, en tanto adaptados al mercado científico y despreocupados por el significado social y político de su actividad. Los mismos  constituyen “un factor importante en el proceso de desnacionalización (…) refuerza nuestra dependencia cultural y económica, y nos hace satélites de ciertos polos mundiales de desarrollo”. (Varsavsky, 1969: 39)
            Asimismo, recorriendo los artículos y publicaciones académicas, más allá de lo subjetivo, difícil es encontrar obras que superen en profundidad e implicancia en la realidad concreta que las de Jauretche, Hernández Arregui, Jorge Abelardo Ramos, Fermín Chávez, José María Rosa, Scalabrini Ortíz, Norberto Galasso, Carlos Montenegro, Manuel Ugarte, Rufino Blanco Fombona, por nombrar algunos casos al azar. Esa corriente además es, según indica Francisco Pestanha, la más prolífica del siglo XX produciendo más de 20 mil libros. (Pestanha, 2015)
También es difícil encontrar a sujetos que hayan ordenado u ordenen sus vidas en tanto un conjunto de ideas emanadas desde la Academia, o bien hayan dado o den la misma por ese ideario como sucede con el nacional. Recordamos una carta en este sentido del emblemático Cacho Envar El Kadri a Hernández Arregui: “estimado compañero, usted tiene el mérito de ser uno de los pocos intelectuales que ha sido capaz de sembrar ideas por las cuales valga la pena morir o vivir peleando por su aplicación”. (Carta de Envar el Kadri a Hernández Arregui. 15-1-1970. Rep. en Piñeiro Iñíguez, 2007: 233)
Consideramos aquí que el pensamiento nacional nos nutre de un conjunto de herramientas que nos sirven para pensar el presente. El pensamiento nacional discute principalmente la cuestión nacional, se posiciona contra la dependencia la principal problemática de una nación semi-colonial que no ha logrado constituirse plenamente como tal. Así, muchas de las ideas y problemáticas que trata esta tradición de pensamiento son útiles para orientar y pensar nuestro presente. Pues, como enseña Norberto Galasso “pensar en nacional es, pues, en una semi-colonia como la Argentina, pensar revolucionariamente, cuestionando el orden impuesto por el Imperialismo, que no sólo es injusto y humillante sino que además, impide toda posibilidad de progreso histórico, es decir, cierra el paso a una auténtica Democracia participativa, al ascenso cultural y a las profundas transformaciones.”. (Galasso, 2008: 10)
De esta forma, consideramos que la crítica a la dependencia, el rompimiento de la colonización pedagógica aparece como fundamental para los pueblos que tienen una emancipación incompleta como el nuestro. De ahí la negación del mismo por parte del aparato cultural. Así, el pensamiento nacional aparece como instrumento poderoso para contribuir en el avance por la segunda y definitiva independencia.

Bibliografía
 Argumedo, Alcira. (2002). Los silencios y las voces en América Latina. Notas sobre el pensamiento nacional y popular. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional.
Carri, Roberto. (1968). El formalismo en las ciencias sociales (1ra. Parte). Antropología - Tercer Mundo. 1, (1-6). Reedición Facsimilar de la Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
 Cooke, John William. (2010). Duhalde, Eduardo Luis (Comp.). Obras Completas. Artículos periodísticos, reportajes, cartas y documentos (1947-1959). Tomo IV. Buenos Aires: Colihue.
 Entrevista a Francisco Pestanha. Luces sobre el Pensamiento Nacional. Octubre 2015. Disponible en http://comunasargentinas.com.ar
 Galasso, Norberto. (2008). ¿Cómo pensar la realidad nacional?. Crítica al pensamietno colonizado. Buenos Aires: Colihue.
 Hernández Arregui, Juan José. (2004). Nacionalismo y liberación. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).
 Jauretche, Arturo. (2004). Los Profetas del Odio y la Yapa los profetas. Buenos Aires: Corregidor.
Martí, José. (2005). Nuestra América y otros escritos. Buenos Aires: El andariego.
Mills, Wright. (1964). La imaginación sociológica. México: Fondo de Cultura Económica.
 Piñeiro Iñiguez, Carlos. (2007). Hernández Arregui Intelectual Peronista. Pensar el nacionalismo popular desde el marxismo. Siglo XXI: Buenos Aires.
 Recalde, Aritz. (2016). Intelectuales, peronismo y universidad. Buenos Aires: Punto de Encuentro.
 Varsavsky, Oscar. (1969). Ciencia, política y cientificismo. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.


[1] Las “nuevas” universidades han sido más permeables al ingreso de estas ideas a partir de ciertos impulsos de algunos actores o institucionales. No obstante, no deja de tener un lugar minoritario. 

miércoles, 14 de septiembre de 2016

¿PERONISMO RENOVADOR? ¿PERONISMO TRAIDOR?

            “Quien le da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde al perro”.
Proverbio castellano citado por Juan Perón en 1972

            Con cierto arraigo en la realidad, el omnipresente y todopoderoso proselitismo de los medios de comunicación concentrados está empeñado en instalar una axiomática “renovación” como necesaria evolución progresista del peronismo institucionalizado, superador del “desmadre” kirchnerista. Producido en los despachos exclusivos de la calle Esmeralda con excelente propagación mediática, se está confeccionando un nuevo sentido común (claro, opuesto al buen sentido, porque si fuera “bueno” no requeriría la manufactura de los comunicadores dominantes).

            ¿Qué  significa este invento en boga que declara rescatar la identidad de la “renovación peronista” de los años 80?

            Antonio Cafiero fue muy celebrado en estos últimos días. Y es congruente, porque la renovación massista, mal llamada “peronismo renovador”, aspira heredar las virtudes de aquellos acontecimientos, a los que define implícitamente como su antecedente histórico. Pero a la que justicieramente se llamó ”Renovación Peronista”, así con mayúsculas, teniendo en cuenta su jerarquía en la tabla de valores de la leyenda pública, ya la vivimos, es pasado… y pisado.

            Lo que entonces fue tragedia hoy es comedia.

            Un intento generoso de definición de aquella experiencia nos llevaría a considerar la necesidad que tenía el peronismo (como hoy) de superar una derrota electoral (¡la primera en su historia!). De tal modo, significó incorporar a su acervo ciertos novedosos tópicos republicanos establecidos por el ganador, el alfonsinismo, con el objeto de articularlos con el legado nacional y popular propio del movimiento fundado por Juan Perón.  

            Desde otro ángulo, menos coyuntural, la “renovación peronista” de los años 80 trataba de intervenir en la histórica tensión entre el "país liberal" y "la patria peronista", con el objeto de reinsertar electoralmente al Partido Justicialista en la realidad argentina post dictadura.

            Desde el antiperonismo rabioso se ha afirmado que la “renovación peronista” fue el esfuerzo más serio de fundar un peronismo democrático, respetuoso del estatus quo y los buenos modales. ¡Lástima que después apareció un tal Néstor Carlos Kirchner, que demolió la empeñosa tarea de hacer del peronismo un socio más del régimen político que sostiene al neoliberalismo depredador! Estaba llegando a la política “la generación diezmada”.

            Hay incluso quienes creen que el peronismo es cosa del pasado, que está caduco. Y dentro de nuestras propias fuerzas están los que afirman que sin Perón no hay peronismo. Tal vez sea cierto. Pero cualquier construcción que aspire a representar los intereses de los pueblos, volverá a pensar en los mismos términos históricos: las tres banderas, Soberanía, Independencia y Justicia Social. Más la unidad continental de la Patria Grande.

            Hoy el peronismo trata de rehabilitarse de los errores y fracasos que lo llevaron a sufrir una derrota electoral. ¿El meneado “peronismo renovador” del presente será legítimo sucesor de aquella “renovación peronista” que lideraron Cafiero, Menem y Grosso en los 80 para competir con el radicalismo?

            Si lo intentara, sería por un camino nuevo, diferente, porque el alfonsinismo no era idéntico (ni cerca) a lo que hoy expresa el macrismo.

            Para acudir al humor: la derrota del 2015 no se parece a aquella de 1983. A la luz del actual momento político y económico tenemos la tentación de decir: “Volvé Alfonsín, perdonanos”.

            Tal vez sea necesario apelar a la memoria. Recapitulemos.

            El peronismo tenía un cuerpo principal: el Movimiento. Y, a veces, cuando era oportuno, desplegaba una estructura legal: el Partido Justicialista.

            El Movimiento tenía su columna vertebral: el movimiento obrero organizado. Una institución permanente, líder del todo social. Al principio, en las elecciones de febrero de 1946, los dirigentes obreros poblaron con abundancia las papeletas Laboristas. Luego, desde las raíces, desarrolló “la resistencia” y, es razonable y justo, se adaptó al escenario de conflicto cuando hizo falta, con algunas deslealtades y muchas bravuras.

            Entre el Movimiento y el Partido existió siempre una relación de tensión y a veces de conflicto abierto. Aunque  parte  de un mismo “dispositivo”, diría Perón, eran dos sujetos autónomos en el protagonismo de la gran revolución peronista.

            A partir  de 1955, proscripto el Partido Peronista, el Movimiento, una construcción genuinamente popular, diríamos espontánea, de base, natural, sencilla, de disciplina laxa y límites imprecisos, creadora de hechos e ideas ideológicamente intransigentes pero políticamente flexibles, fue la herramienta política del pueblo a lo largo de muchos años de prohibición y acoso. “Yo nunca hice política, siempre fui peronista”, sintetizó Soriano. Su resultado: el famoso “empate hegemónico”. Ni el peronismo conquistaba el gobierno desde las luchas sociales ni el sistema político demoliberal conseguía gobernar el país desde su fraudulenta legalidad.

            De contextura políticamente plural y socialmente amplia, desplegó a lo largo de 18 años sus formas y métodos de lucha elaborados en la experiencia de acierto y error en defensa de los intereses de todos los trabajadores y representó y normalmente lideró, con distintas identificaciones, toda acción popular reivindicativa de derechos conculcados o a conquistar.

            El Movimiento era la caldera que proveía de energía al cuerpo social argentino; pero no sólo eso: era, además, la fragua de la militancia; el lugar donde se procesaba la selección de la dirigencia que devenía política en cada demanda social o protesta, en cada coyuntura insurreccional o electoral.

            Así, el Movimiento, inmenso fogón de las utopías, iluminado por los antiguos combates por la emancipación, enarboló los programas que alimentaron el discurso y la práctica de la militancia contemporánea (La Falda y Huerta Grande, de la CGT de los Argentinos, los 26 puntos para la Unificación Nacional de Ubaldini).

            Las ideas y las propuestas concretas del Movimiento y el aliento de la movilización de las bases, apremiaban a las dirigencias políticas y sindicales y les dictaban cuál era su papel frente al poder. Desde “el timbreo”, las UB territoriales, las organizaciones libres del pueblo, los centros de estudiantes, las comisiones internas de fábrica y todo nucleamiento de actividad política popular, los dirigentes intermedios del Movimiento, a los que se conocía como “cuadros”, eran quienes hacían llegar a las conducciones superiores los reclamos y las propuestas populares. Lugar común: correa de transmisión entre la dirección y las bases.

            La Triple A, parapolicial estatal nacida de una conspiración antipopular y antinacional en los últimos tiempos del gobierno peronista que asumió el 25 de mayo de 1973, y los grupos de tareas desplegados desde los cuarteles de las Fuerzas Armadas a partir del 24 de marzo de 1976, tuvieron una coincidencia lógica y fatal: dedicarse científica y metódicamente a descabezar al Movimiento, es decir, a eliminar su vanguardia orgánica, arraigada en las masas, decidida hasta el heroísmo, intelectualmente esclarecida, ideológicamente convencida y políticamente determinada. Gráficamente: pasar el cedazo, descremar la organización de los sectores populares, hacer manteca con sus líderes y tirarlos al río.

            ¡Y lo lograron! Su estrategia criminal tuvo éxito.

            El Movimiento, un cuerpo descuartizado por el genocidio, sufrió la amputación de su principal órgano funcional: se quedó sin corazón (Megafón lo reconstruyó simbólicamente pero, atención, nunca halló los testículos). Los 30 mil desaparecidos habían sido los autorizados para hacer correr la sangre de la lucha popular por las venas de la sociedad.

            ¿Qué quedó entonces del orgulloso e imbatible peronismo?

            Los meses posteriores a la debacle electoral dieron lugar a un proceso turbulento en el interior del movimiento en el que se acusaba por los resultados electorales a los líderes identificados con la vieja guardia “movimientista”, el entonces jefe de las "62 organizaciones" Lorenzo Miguel y el representante del Partido Justicialista bonaerense Herminio Iglesias (denominados "los mariscales de la derrota").


            Para superar el descalabro que el triunfo de Alfonsín ocasionó a un peronismo desvastado, las dirigencias partidarias, lejos de promover un retorno de la militancia de base y de sus organizaciones históricas, desmovilizaron política, social y civilmente a la nueva juventud justicialista. Nada fue más claro que la desautorización partidaria a la militancia que salió a defender la democracia frente a la agresión carapintada. A la claudicación radical -“La casa está en orden”- la dirigencia peronista respondió: “No hagan ola”.

            Vinieron a terminar de liquidar al Movimiento, indefenso después del genocidio procesista, como obstáculo para “institucionalizar” definitivamente al Partido Justicialista en el sistema político demoliberal argentino. Esto es, convertirlo en uno más de los irrepresentativos modelos partidarios vacíos de programa que demandan votos vía marketing para cada instancia electoral.

            Sin embargo, no eran para nada contradictorios los mandatos de reivindicar la doctrina y a Perón con la revalorización de la democracia. Todo lo contrario. Pero en su momento Cafiero lo advirtió: "Algo muy grave sucedió entre nosotros; se tiró por la borda el Movimiento y se lo reemplazó por la burocracia partidaria... cargos electivos de los más encumbrados se adjudicaron con fraude y violencia; el triunfalismo infantil, el oportunismo feroz, la declinación moral y la soberbia sectaria: he allí el sustituto de aquello de que primero la Patria y el Movimiento”.

            Se constituyó así una corporación de profesionales de la política, que acceden a  los  puestos de representación pública no por arte y decisión de las bases sino como producto de las roscas en “las internas” y del sistema de relaciones de los lobbies económicos que se ofrecen constantemente a apoyar y financiar campañas a cambio de privilegios y concesiones. Partidos cautivos de las encuestas que hacen empresas que son mentores políticos: los hechiceros de los nuevos tiempos, que dicen quién va a ganar y apuntan a quién votar. Partidos prisioneros del mensaje masivo de los medios de comunicación corporativos. Partidos cobardes.

            ¿Lo recuerdan? La “Renovación Peronista” terminó su travesía asfaltando el camino para el arribo de Carlos Menem y el más crudo neoliberalismo al poder. ¿No está claro acaso que, si logra una plataforma “peronista” Sergio Tomás Massa será el nuevo Carlos Saúl Menem?
           
            Ese es el espécimen que se amontona en Esmeralda y el programa de la actual “renovación peronista”, idéntico al conjunto de los que usufructúan el caduco sistema político argentino para su propia prosperidad o la de sus mandantes, cuando multitudes que pueblan las plazas de todo el país rechazan las medidas económicas del gobierno. ¿Seremos tan necios de tropezar dos veces con la misma piedra?

            ¿Serán peronistas estos muchachos? Parece que apenas les da para continuar trillando el camino que nos llevó a la derrota en 2015: anteponer los intereses de los hombres a los de la Patria y el Movimiento.

            Esmeralda desperdicia la oportunidad histórica de recuperar el justicialismo para el pueblo y el coraje de ser el sepulturero de la mayor corrupción estructural: la de la oligarquía argentina y las corporaciones extranjeras en el gobierno nacional.
            En cambio, propone “gobernabilidad”, siendo que si le va bien a Macri es porque al pueblo argentino le va mal. Es un conflicto antagónico, como son antagónicas las disputas por la renta nacional: si no se beneficia el pueblo es porque las corporaciones se la están llevando; cuando no se gobierna explícitamente para el pobre se favorece implícitamente al rico.

            No muchachos, compañeros peronistas del grupo de la calle Esmeralda: con Macri no hay negocio sino capitulación.

            Planteamos la solidaridad frente a la ética capitalista de Macri, donde toda conquista colectiva conspira contra las ambiciones personales, última ratio de su conciencia individualista depredadora llevada al poder.

            Es el marco ético inmoral del liberalismo: sálvese quien pueda, ya que el fin justifica los medios.

            Es la ideología liberal (que en las potencias no se practica, pero se la inculca a las colonias): si a mi me va bien (ejemplo: Rockefeller empezó vendiendo  diarios) al país le va bien. Lo sabemos, es falso. Pero tenemos que terminar de convencernos de lo contrario: si a toda la sociedad le va bien, a mi me va bien. Como lo expresaron las 62 Organizaciones: “Si todos los argentinos estamos bien, los trabajadores estaremos mejor”. Según Perón: “Ningún ciudadano se realiza en una Nación que no se realiza”.

            El egoísmo individualista mata la ilusión de un futuro mejor para todos: en el todos estamos cada uno de nosotros como ciudadanos, como  personas, como individuos con necesidades, deseos y esperanzas. No hay héroe individual; el héroe es colectivo, sentenció Oesterheld.

            Toda connivencia con Cambiemos, tal lo que alienta Sergio Massa, es un absurdo o una rematada traición: sólo habrá coincidencia en el marco de una regresión argentina a los años de Menem, Cavallo y De la Rúa, o a los de la “colonia próspera”.

            No habrá conformidad, por parte de un peronismo que nunca claudicó en su esencia ética cristiana, con la ética protestante, "espíritu" del capitalismo.

            Nuestras  diferencias con Macri no son cuestión de modales, sólo políticas, metodológicas, técnicas, operacionales: son fundamentales, ideológicas, éticas, y hasta morales. Nos ofende no únicamente como peronistas y populares sino como individuos, como ciudadanos, como seres humanos iguales en el todo y en el respeto al otro. Y hasta tenemos diferencias históricas: provenimos  de ramas enemigas. Fuimos  sanmartinianos y fueron rivadavianos; fuimos federales y fueron unitarios; defendimos la soberanía y fueron probritánicos; fuimos anarquistas, socialistas, comunistas y radicales y ellos fueron conservadores, fraudulentos, fusiladores y golpistas. 200 años y nada nos une; todo nos separa.

            ¿Qué queda entonces de aquel Movimiento? Todo: es la Patria.
            La victoria sólo es posible si lo convocamos, lo resignificamos y lo organizamos, como hicieron Perón, Cámpora y Kirchner.

            Hay no más de dos opciones: poner palos en la rueda, dificultar por todos los medios posibles el éxito de las políticas antinacionales y antipopulares de Macri, o acompañarlas tratando de sacar mezquinas ventajas y… me cago en todo lo demás.

            ¿Son peronistas estos “renovadores” de hoy? Que den respuesta verdadera al fundamento peronista: “Dividimos al país en dos categorías: una, la de los hombres que trabajan, y la otra, la que vive de los hombres que trabajan. Ante esta situación nos hemos colocado abiertamente del lado de los que trabajan”.


            ¿De qué lado están?

Actividad Brasil y América Latina


A diez años: Néstor Kirchner y el dolor por Julio López


Por Alfredo Silletta 


Dentro de pocos días se cumplirán diez años de la desaparición de Julio López. En aquellos primeros días me tocó acompañar a la familia de “Tito”, como lo llamaban. El siguiente texto* es parte de un libro de este periodista, donde recuerdo el dolor de la familia y el rol del presidente Néstor Kirchner en aquellos días.
“El lunes 16 de septiembre de 2006 comenzaban los alegatos contra el represor Miguel Etchecolatz en  el tribunal Federal Oral nro. 1 de La Plata. El martes, los jueces lo condenaron a la pena de prisión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos en el marco de un genocidio.  Los presentes, familiares e integrantes de organismos de derechos humanos,  le gritaron “asesino”  y algunos presentes le arrojaron pintura roja.
Ese lunes, Julio López, un albañil de 77 años, uno de los principales testigos contra el represor no estuvo presente.  La familia creyó que había tenido un accidente y lo buscó en los hospitales.  Los organismos de derechos humanos se preocuparon por la ausencia y también comenzaron a buscarlo en centros de salud y comisarías. Una ex detenida-desaparecida y amiga de Julio, Nilda Eloy,  dijo “espero que no lo hayan secuestrado”.
Los principales diarios no le dieron importancia y sólo Página 12, a través de la periodista Adriana Meyer, comentó la búsqueda y la preocupación.  A los pocos días hubo una marcha de los organismos de derechos humanos de La Plata.  El gobierno provincial y la policía bonaerense  se concentraron en que “lo de López es un problema de salud o familiar”. Una vez más la víctima era investigada.
El presidente Néstor Kirchner, que se encontraba de gira en los Estados Unidos, como era su costumbre, leía resúmenes de noticias dos o tres veces al día. Preocupado por la desaparición de López lo llamó al gobernador  Felipe Solá. El gobernador intentó explicarle que no era un tema político. “¿Vos, sos boludo?, a López lo chuparon, poné todo el apoyo de la provincia, hablá con la familia, poné una recompensa ya”, le dijo un irritado Kirchner.
Horas después, Cristina Fernández llamó al ministro de seguridad de la provincia, León Arslanian, para interiorizarse del caso. A las pocas horas, el gobierno provincial ofreció una recompensa de 200 mil pesos para que alguien informara sobre Julio López.
Solá decidió, finalmente, dirigirse a la humilde casa de López. Allí se sentó a charlar con su mujer y sus hijos y compartió unos mates.
Horas después, el gobernador  anunció el pase a disponibilidad de todos los efectivos de la policía de la provincia que “de alguna manera estuvieron vinculados a los centros clandestinos de detención y hoy siguen en la fuerza”. Una semana después, mostró una foto de Julio López y afirmó que “es el primer desaparecido desde los años del terrorismo de Estado”.
De regreso al país, el presidente recibió a la familia López y le ofreció toda la ayuda, desde la SIDE hasta la policía Federal. Posteriormente, en un acto en la Casa Rosada, dijo que  “el pasado no está derrotado ni vencido”  y reconoció que la desaparición del albañil López implicaba un mensaje atemorizador hacia toda la sociedad: “Cada vez que tienen una oportunidad aprovechan para demostrar que están presentes. Estemos atentos, argentinos, no podemos dejar que se vuelva a repetir ese pasado. Los argentinos estamos angustiados. No es un tema menor, se busca amedrentar la búsqueda de la verdad”.
El destino lleva muchas veces a los periodistas a estar en lugares que nunca pensamos estar. Las circunstancias me llevaron a estar muy cerca de la familia de Julio López, colaborar con ellos desde el primer día, vivir el dolor, la bronca de no saber dónde estaba “Tito” y cumplir de nexo ante los colegas que querían informar sobre la desaparición de López. Recuerdo que me tocó poner en palabras las broncas, los ruegos, las dudas de la familia, en tres cartas abiertas que se publicaron en los primeros meses tras la desaparición.La familia, acercándose al tercer mes de la desaparición de Julio, decidió escribirle una carta pública al presidente. Luego de redactarla, nos pareció adecuado enviarle primero una copia a su despacho antes de entregarla a la prensa. A través de un periodista amigo, el vocero del Jefe de Gabinete Alberto Fernández, le enviamos una copia a Kirchner. La misiva decía: “Dentro de pocas horas se cumplirán tres meses de la desaparición de Tito.Estamos desesperados, angustiados, con bronca, no sabemos quién se llevó a Tito, nuestro padre, el marido y compañero de mi madre. Dirigimos esta carta abierta a nuestro presidente porque confiamos en él, recordamos sus palabras y su compromiso personal en la búsqueda de Tito. Hoy, a tres meses de no saber nada, le pedimos que no baje los brazos, que no se olvide de Tito, recuérdelo en cada tribuna…”. Más adelante, la carta recordaba: “Hace treinta años, dos niños y una madre sufrimos por la desaparición de Tito. Hoy se repite la historia, y nuevamente no sabemos dónde está, pero ahora estamos en democracia, creemos en ella, creemos en la Justicia como creyó Tito cuando con sus 77 años a cuestas fue a contar la ‘verdad’ para que la historia negra no se repita; sólo fue a pedir ‘justicia’ y hoy no está”. Y terminaba:  “Estamos desesperados. Somos una familia sencilla. No estamos acostumbrados a relacionarlos con la prensa. Cargamos con un dolor profundo y es sin lugar a dudas el peor momento de nuestras vidas. Tito es una persona sencilla, que trabajó toda su vida, que construyó con sus manos la casa que habita desde hace 45 años y que sufrió, por creer en un país mejor, los horrores de la noche oscura de la Argentina. Y hoy pareciera que la historia se repite, por lo cual decidimos recordar las palabras que más utilizó en sus escritos: “justicia” y “los argentinos tienen que saber”.Néstor Kirchner la leyó una y otra vez. El silencio parecía escucharse entre las paredes de su despacho. Sus ojos se humedecieron y sólo atinó un par de veces a mirar una estampita de Don Bosco, el llamado “Santo de la Patagonia”, que lo acompañaba en su escritorio desde el primer día de la asunción como primer mandatario. Un par de horas después, en el Salón Blanco de la Casa Rosada, donde se entregaba el premio Azucena Villafor, el presidente habló en público de Julio López: “Recibí una carta profunda, seria, cariñosa, fuerte en calidad moral, de la familia López, en la que mostraban su desesperación por la desaparición de nuestro amigo, que tuvo la valentía de ir a declarar al juicio del genocida Etchetcolatz y como resultado hoy no lo tenemos entre nosotros (…) Tenemos la obligación de hacer todo para que aparezca López, tiene que aparecer nuestro amigo, tenemos que buscar todas las instancias para que esto se pueda dar y no tenemos que descansar en ningún momento. No vamos a bajar los brazos y nunca vamos a decir que hemos fracasado, porque si en 30 años o más, ya que lamentablemente algunos problemas de este tipo empezaron antes de la propia dictadura, no bajamos los brazos y estamos buscando la verdad, no tenga ninguna duda la familia López y todos los argentinos que vamos a trabajar a fondo para saber qué es lo que está sucediendo. Tiene que aparecer López. Vamos a luchar contra esa impunidad que, como ustedes ven, aún sigue existiendo en la oscuridad, porque evidentemente hay procesos de complicidad, porque hay fuerzas que siguen actuando corporativamente de alguna manera a espaldas nuestras, y tenemos que dejar estas cosas en claro para que los argentinos nunca más estemos amenazados por este tipo de actitudes. Que cada uno pueda decir lo que tenga que decir, en el lugar que corresponda, con absoluta tranquilidad, donde consolidemos una democracia plural, amplia, con consenso, donde el miedo desaparezca definitivamente. Es nuestro compromiso a fondo, no nos van a hacer bajar los brazos. Si las Abuelas y las Madres nunca bajaron los brazos, nosotros, con la fortaleza moral y espiritual que nos dan, no tengan ninguna duda que junto a ustedes y junto a todos los argentinos tenemos que esclarecer este tema, cueste lo que nos cueste, lleve el tiempo que nos lleve. No nos vamos a cansar nunca de la búsqueda de la verdad”.Siempre fue una herida abierta en la gestión de Kirchner. Días antes de dejar el cargo se reunió nuevamente en la Casa Rosada con la familia. Pidió perdón en nombre del Estado argentino y les prometió que nunca bajaría los brazos hasta encontrar la verdad.




* La Patria Sublevada. De Perón a Kirchner (1945-2010), Ediciones Lea, Buenos Aires, 2011.

UNA NUEVA ÉPOCA DE CONSTRUCCIÓN

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