Por Omar Dalponte
Han pasado sesenta y un años
desde aquel 9 de junio de 1956 en que los generales Juan José Valle y Raúl
Tanco se sublevaron contra la dictadura
fusiladora que había derrocado a Perón en septiembre de 1955, y de la feroz
represión que produjo muchas víctimas en la trágica madrugada del diez de ese
mes y en jornadas posteriores. La oligarquía, los sectores dominantes de la
economía y de las altas finanzas asociados al imperialismo y políticos
cipayos locales, mediante el brazo
armado militar de la antipatria decidieron seguir ahogando en sangre a las
voces del peronismo. No les bastó haber colocado bombas un 15 de abril de 1953
en una concentración de la CGT y producir casi un centenar de heridos graves y
varias muertes de trabajadores en Plaza de Mayo. No les alcanzó con bombardear
esa misma plaza en horas del mediodía del 16 de junio de 1955 asesinando a más
de trescientas personas, entre ellas a decenas de niños. Necesitaban derramar
más sangre para poder sembrar impunemente el terror, la cizaña, matar las
ideas y hundir en el hambre y la miseria a la mayoría de los
argentinos.
Y entonces fusilaron,
torturaron, amordazaron y llenaron las almas de nuestro pueblo de dolor, de
angustia y de necesidades. Vaciaron de felicidad a los hogares de los
trabajadores y los sepultaron en la pobreza. Arrebataron sueños, persiguieron y
encarcelaron a todo aquel que
fuese peronista, destruyeron
obras de valor incalculable, difamaron, ultrajaron y desaparecieron el cadáver
de Eva, condenaron a Juan Perón a un largo exilio. Este cronista recuerda con
total claridad aquella mañana gris del diez de julio de 1956 en un Lanús
acongojado. Habían fusilado en la Unidad Regional de Lanús a nuestros
compañeros lanusenses Norberto Ros,
Clemente Braulio Ros y Osvaldo Albedro junto al Tte. Coronel Albino
Yrigoyen, al Capitán Jorge Costales y Dante Lugo. Emir Jofré sería asesinado
días después en un calabozo de esa dependencia policial luego de soportar el
calvario de terribles torturas. En los
basurales de León Suarez y en sucias catacumbas de la dictadura masacraron,
aquella fatídica madrugada, a decenas de compañeros. “La fuerza es el derecho
de las bestias” diría Juan Perón. Pero a pesar de semejante represión no
pudieron someter al pueblo peronista. “A pesar de las bombas, los
fusilamientos, los desaparecidos, no nos han vencido” cantan hoy nuestros
queridos jóvenes a puro corazón. Los actos de terror y de muerte realizados por
las dictaduras hallaron siempre valientes y dignas respuestas por parte del
Peronismo. Se dieron sin solución de continuidad entre 1955 y 1973. También entre
1976 y 1983. Fue el Peronismo la expresión política que sufrió el mayor número
de víctimas. Fue este Movimiento el que tuvo sus grandes héroes y miles de
mártires, el que padeció el escarnio por obra y gracia de los cipayos y
vendepatria de todo pelaje.
Los crímenes, las ofensas, las
falacias y todo tipo de agresiones fueron inútiles. Sobreponiéndose a todo, fue
el Peronismo quien siempre sacó a la Argentina del fondo del abismo. Lo hizo a
partir de 1945. También en 1973. Y sin lugar a dudas luego de la crisis de
2001. El Peronismo renació siempre para construir en paz, con trabajo, con
justicia social, con soberanía y sin olvidar jamás a sus queridos muertos. Han
pasado los años y el Peronismo lanusense dió el presente para homenajear a sus
caídos de la misma manera que en otros lugares de la Patria lo hicieron viejos
y nuevos militantes. Sin llantos, porque muchas lágrimas se han dejado en el
camino. Hemos sido testigos de que en este 9 de Junio de 2017, en muchos sitios
de nuestra ciudad ese presente se dió con mucha fuerza y voluntad atendiendo a
un nuevo llamado de la historia. La Patria convoca una vez más a todos los
nacionales porque nuevamente se halla al borde de la tragedia.
Con otros métodos, con
diferentes procedimientos menos sangrientos pero igual de dañinos, se procura
someter a nuestra gente mediante la desocupación y una atroz penetración
cultural que, en definitiva son maneras de torturar ferozmente el espíritu de
los pueblos. Ante este nuevo desafío el Peronismo –una vez más por encima de los
chisporroteos y enfrentamientos internos productos de todo proceso
preelectoral- tendrá que disponerse a luchar por la liberación nacional y
social de la Patria. Los que habitan en veredas opuestas pueden mentir y
mofarse bailando ridículamente en el balcón de Perón, o poner un ejército
mediático y judicial al servicio del engaño. Pero la voz del pueblo será
siempre más potente, más fuerte. Si prevalecen las actitudes de grandeza la
fuerza del Peronismo se impondrá siempre a la prepotencia y a las mentiras.
Afortunadamente no son pocos los que entienden que la mejor forma de rendir
homenaje a los mártires caídos en las luchas populares es cuidar al Movimiento
Peronista, bregar por la unidad de los sectores nacionales, rodear
fraternalmente a los referentes honestos y capaces, construir la herramienta
democrática para reconquistar el poder y enderezar el rumbo de la Argentina.
Los peronistas que observan las cosas con claridad no deben ver en Cristina
Fernández y Florencio Randazzo a enemigos irreconciliables. Sin evitar los
debates y las discusiones subidas de tono hay que superar enfrentamientos
circunstanciales preservando la salud de los dispositivos sindicales y
políticos como la CGT, la CTA y el Partido Justicialista. Pensando que primero
está la Patria, después el Movimiento y por último las personas. No hay que
olvidar que las elecciones pasan y que los problemas quedan.