Iciar Recalde (11/7/17)
Espanta el nivel de agresividad de los cruces
discursivos y la ausencia del mínimo atisbo de debate político de ideas y de
programa. No es de ahora, viene de lejos, fundamentalmente recrudecido los
últimos años de nuestro gobierno donde “disentir” con el objeto de proponer
“alternativas” y/o miradas divergentes en relación a determinadas medidas o
rumbos, era sinónimo de “jugar para Clarín.” Y otros motes, menos prolijos para
los que sostuvimos de foja cero que la ruptura con el movimiento obrero organizado
era un suicidio político y que achicar en lugar de ampliar el espacio de
sustentación era un delirio rayano en la negación misma de la conducción
política. Ni qué decir de los cientos de compañeros que señalaban que en la
doctrina y en las realizaciones históricas del peronismo estaba trazado el
camino para llenar de contenido el “lo que falta.” Ni qué decir si señalábamos
que la consigna era la histórica “liberación o dependencia” y que de Martínez
de Hoz a la fecha, la riqueza de los argentinos drenaba afuera y allí estaba la
madre de las batallas que permitirían encarar el porvenir del país. Herejes, si
la década ganada había resuelto todo y éramos unos genios. El todo no resuelto,
negado y el menosprecio a nuestros votantes, nos explotó en las urnas y no
justamente con los votos que necesitábamos para que no arribe al gobierno los
operadores coloniales a secas. Que nosotros teníamos mucho cipayo desarrollista
dentro pero éstos venían a destruir la Argentina en su conjunto. ¿Se acuerdan?
Poca memoria la del campo nacional y así estamos. La cosa es que tras el 22 de
noviembre del 2015 se ahondó la estrategia que parece la copia burda al absurdo
de la sentencia evangélica: "El que no está a favor Mío, está contra Mí; y
el que no recoge a Mi lado, desparrama” y a la caza de traidores y a continuar
dividiendo porque el nombre propio sigue estando por encima del movimiento y de
la Patria y para colmo acá las victorias tienen nombre y apellido pero las
derrotas parecen ser anónimas y nadie toma nota de que el enemigo avanzó porque
el campo nacional estaba dividido: como en toda la historia argentina, de
nuestros fraccionamientos, se fortalece el adversario… Parece joda la falta de
patriotismo de nuestro campo que lo único que hace es rasgarse las vestiduras
porque el enemigo es tan malo. Chocolate por la noticia: 200 años de
neocolonialismo. El tema no es el enemigo, ese sabe qué quiere y cómo hacerlo.
En todo caso en sus fracciones internas podrá discutir modos y tiempos, pero
sabe. La Argentina es un shoping, de vengan con plata y llévense lo que
quieran. El tema es el campo nuestro y lamentablemente para el país, estos días
se profundiza la agresividad extrema de cara a la instancia electoral próxima.
Insistiré en que si los diversos sectores que abogamos por la unidad real del
peronismo y que estamos preocupados por su destino histórico y por el destino
de la Patria, no bajamos un cambio e intentamos no llevar los niveles de
discusión interna a un plano del que tras las elecciones no sea posible volver,
estamos jodidos. Reproducir la estrategia de la derrota es imperdonable.
Discutamos con seriedad la necesidad de llegar a la unidad que no logramos
ahora en el 2019. Discutamos de una buena vez el Proyecto Nacional que no
tenemos. Recuperemos mística y voluntad de vencer.