Por Emir Sader, julio 2017
La derecha brasileña ha engendrado el golpe en contra de
los gobiernos del PT, pero ahora no sabe qué hacer con su gobierno. La
izquierda ha producido a Lula y la derecha no sabe qué hacer con Lula.
La derecha no sabe si intentar seguir con Temer como presidente
o si encara la delicada operación de sustituirlo. Muchos sectores de la derecha
brasileña ya consideran a Temer un cadáver político, pero su mal olor no ha
sido hasta ahora suficiente para que se genere una nueva unidad entre los
golpistas para sustituirlo.
Tampoco con Lula la derecha sabe qué hacer. Puede
intentar condenarlo, con el riesgo de hacerlo todavía más popular y objeto de
apoyo aun más generalizado en el país, como víctima de un proceso sin
fundamento ni pruebas. Y con el riesgo de no lograr mantener la condena y que
el tiro salga por la culata, de la peor manera para la derecha brasileña. O
tener que enfrentar a Lula como candidato, con todas las posibilidades de
perder de nuevo.
Porque una figura como la de Lula no se elimina así, mágicamente,
como le gustaría a la derecha, mediante una pena de un juez de quinta
categoría. Lula ya está inscripto definitivamente en la historia de Brasil como
su presidente más popular, más importante, de más trascendencia en la vida de
todos los brasileños. Asimismo, Lula es el más importante líder político de la
izquierda contemporánea a escala mundial.
Cualquiera sea el desenlace jurídico de los procesos en
contra de Lula, él seguirá siendo el personaje decisivo para el futuro de
Brasil. Sea como candidato favorito, sea como presidente de Brasil una vez más,
sea como dirigente fundamental. Nada importante sucederá en Brasil sin la
presencia y la posición determinante de Lula, de tal forma su imagen es
omnipresente en el país
La derecha, muy incómoda, siempre tendrá que referirse a
Lula como su mayor enemigo. La izquierda, como su líder fundamental. Los
medios, como la figura más conocida y reconocida de Brasil. El pueblo
brasileño, porque deposita en él su esperanza y la confianza de volver a
conquistar sus derechos y la autoestima.
La historia brasileña sigue y Lula tendrá en ella siempre
un rol fundamental. Si es como candidato, tiene todas las posibilidades de
ganar de nuevo y, como él dice, hacer más y mejor desde el gobierno. Si le
impiden candidatearse, dirigir a las fuerzas de la izquierda en sus combates
futuros.
No se puede encarcelar la esperanza, no se puede condenar
a la voluntad del pueblo de retomar el camino de las trasformaciones
democráticas en Brasil. La historia no cabe en una sentencia arbitraria de un
juez fantoche de la derecha y del Imperio. El destino de Brasil no cabe en las
campañas de los medios oligárquicos.
Lula y la izquierda brasileña son resultado de las luchas
del pueblo por sus derechos. La miseria, la pobreza, el hambre, la desigualdad,
la exclusión social –producidos por la derecha brasileña a lo largo de los
siglos, que hizo de Brasil el país más desigual del continente más desigual del
mundo– han generado también las luchas por la justicia social y por los
derechos de todos, y el liderazgo de esa lucha que está en las fuerzas de la
izquierda brasileña.
Por más que intenten descalificar a la figura de Lula,
por más que intenten condenarlo, aun sin pruebas, la influencia, la capacidad
de convencimiento de Lula hacia los brasileños solo aumenta, conforme el
gobierno surgido del golpe intenta deshacer todo lo bueno que hicieron los
gobiernos del PT. Hoy la gran mayoría ya considera a la cuestión social, otra
vez, como la más importante del país. El rechazo al paquete cruel de proyectos
del gobierno de Temer es aplastante y, con él, el incremento del apoyo a Lula,
como contraposición a todos los derechos que se están quitando al pueblo.
La ilusión de que jurídicamente la derecha puede sacar la
imagen de Lula de la cabeza de las personas y abolir al propio Lula como líder
político y de masas más importante de la historia de Brasil es eso, una
ilusión. El soporta cualquier sentencia, cualquier acusación sin pruebas. Pero
la vida real es distinta. El país real se hace con conciencia política, con
lucha por los derechos sociales y por la democracia. En el país real, Lula
tiene un lugar fundamental en la historia pasada, presente y futura de Brasil.
(Para terminar de comprobarlo, la derechista revista Veja hizo una encuesta
entre sus lectores sobre el futuro de Lula y aun ahí el resultado es elocuente:
Será preso: 14 %. Será presidente de Brasil: 86%.)