miércoles, 20 de octubre de 2010

ES HORA DE LA CONFEDERACIÓN GENERAL DE LOS TRABAJADORES (CGT)

Aritz Recalde, octubre 2010

El abandono del modelo económico neoliberal y la puesta en ejecución de un programa de gobierno industrialista desde el año 2003, es un aspecto fundamental para comprender la forma que adopta la discusión política y sindical actual. Una cuestión que está cambiando profundamente en relación a la etapa neoliberal, se refiere al sujeto, a las agendas y a la modalidad de los conflictos sociales. En los años noventa fue el movimiento de DESOCUPADOS (organizaciones sociales -piqueteras-) quien motorizó muchos de los conflictos y los reclamos sociales. En gran parte, los planteos se centraron en la solicitud de un piso mínimo de subsistencia (PLANES ALIMENTARIOS) y en la exigencia de fuentes de empleo para ingresar al sistema de consumo (PLANES TRABAJAR o similares). El trabajador desocupado al estar fuera de la fábrica trasladó la acción gremial a las arterias de comunicación del sistema de distribución de mercancías (calles y rutas). Además del movimiento de desocupados, la acción gremial anti neoliberal se vinculó estrechamente al sector público (Central de Trabajadores Argentinos – CTA-) y al de servicios de transporte (MTA). Los desocupados y los trabadores de los sectores de servicios públicos fueron los protagonistas privilegiados de la acción sindical de los noventa.
La modificación del patrón de desarrollo aplicado desde el año 2003, favoreció un crecimiento económico acelerado del sector privado. Asimismo y cuestión central, la inversión en obra pública fue y es, un motor de reactivación económica y una fuente de generación de empleo y de bienestar. A partir de aquí, los reclamos sindicales vuelven a tener importancia en el universo de los TRABAJADORES OCUPADOS que recuperaron las paritarias, el consejo del salario e incluso y actualmente, protagonizan el debate sobre la PARTICIPACIÓN OBRERA EN LAS GANANCIAS de las grandes empresas. La acción de huelga ejecutada en el espacio laboral y conjuntamente, a las modalidades de reclamo sindical mencionadas, denotan la dinámica del debate político y social fruto del modelo de desarrollo nacional iniciado en 2003.
En este contexto histórico, las organizaciones sociales y piqueteras pierden protagonismo frente a la herramienta gremial que organiza a los trabajadores fruto del proceso de reconstrucción del aparato productivo nacional: la CGT retoma el protagonismo perdido tras la destrucción del modelo industrial.
Tomando distancia a lo que ocurre actualmente en la CGT que crece en importancia y en protagonismo, se puede observar una profunda crisis en la CTA. La pérdida de protagonismo y la dificultad actual que atraviesa la Central, no radican solamente en la incapacidad que tienen para resolver sus discusiones internas. Por el contrario y en nuestra opinión, el eclipse de la de la CTA frente al ascenso de la CGT, se relaciona estrechamente a la modificación del patrón de desarrollo nacional. La composición social de la CTA nació estrechamente vinculada a los legados del neoliberalismo e incluyó, privilegiadamente, a empleados públicos y a los trabajadores desocupados. Luego de 6 años de crecimiento económico y de recuperación del empleo, la CGT está afiliando y movilizando al nuevo sujeto social y político.
A partir de aquí, supuestos tales como que la CTA puede ser el “PT argentino” carece, en nuestra opinión, de viabilidad histórica. Lula y el PT, son el reflejo de una dirigencia sindical que representa al universo metalúrgico de un país industrial y expansionista. En este cuadro, la posibilidad de organizar un sindicalismo con proyección política y con un programa de poder que sea similar al sindicalismo brasileño pasa, indefectiblemente, por la base social de la CGT.
La divergencia sustancial entre la CGT y la CTA no se refiere tanto a las supuestas diferencias sobre los métodos de construcción sindical, como son la democracia directa o la teorética independencia política partidaria que dice profesar la CTA - tras la última elección se ponen en duda ambos supuestos-. La cuestión neurálgica que diferencia a ambas agrupaciones sindicales es que la CGT está expresando al nuevo país industrialista que se reconstruye desde el 2003.
La viabilidad y el futuro de la CTA dependen estrechamente de su capacidad de fortalecerse tras las fuertes divisiones internas. Asimismo y cuestión importante, los trabajadores y sus delegados tienen que comprender la importancia estratégica que implica la unidad con la CGT.
En las elecciones del año 2011 vamos a discutir si continuamos con el modelo industrialista o si regresamos al país de servicios y agro exportador, que tiene sus representantes en la oposición a Cristina y en los grupos que se unieron para cortar rutas en 2008 y para poder salir en la TV del monopolio. Asimismo, en el 2011 vamos a votar para avanzar en la formación de una industria nacional, con un Estado empresario distributivo, en una América unida y con una clase trabajadora con derechos sociales y organizada sindicalmente; o si y por el contrario, regresamos a los años noventa destruyendo la industria, privatizando el Estado, dando la espalda al sur del continente y regresando a la agenda de reclamos caracterizada por la exigencia de bolsas de comida y los piquetes. La CGT lo comprendió claramente tal cual quedó evidenciado en el discurso de Hugo Moyano en acto del estadio de River Plate del 15 de octubre. Dependerá de la dirigencia y de los afiliados de la CTA, estar a la altura de las circunstancias y acompañar el trascendente momento histórico actual.

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