por Aritz Recalde (Publicado originalmente en el mes de Junio de
2010)
La Universidad
Liberal o de los Abogados
La Universidad de
Buenos Aires se fundó en
el año 1821 por decisión del Gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, y
por intermedio de las gestiones de su Ministro Bernardino Rivadavia y del
Sacerdote y Bachiller en Letras, Antonio Sáenz. Éste último fue su primer
Rector y uno de sus principales promotores. La institución dependía de la Provincia
de Buenos Aires y promovió principalmente, y a diferencia de la Universidad de
Córdoba, los estudios profesionales en Jurisprudencia (Abogados) desplazando la
centralidad y pese a no suprimirlos, de conocimientos como la Teología. Tal
cual expresó Puiggrós, Rivadavia era devoto de la “pedagogía liberal oligárquica”
y dicho perfil profesional se vinculó al Programa económico Agroexportador Dependiente
y que Jauretche mencionó como parte de la “Patria Chica.” En el plano
administrativo, Rivadavia impulsó una centralización educativa repitiendo en el
modelo de Universidad napoleónico, que promovió que la institución sea el
ámbito rector del conjunto del sistema educativo. (4) El Rector de la
Universidad, siguiendo el modelo de organización francés, dependía política y
administrativamente del Estado por intermedio de la Provincia de Buenos Aires a
través del Ministro. La formación en Jurisprudencia era una competencia vinculada
a la administración del programa de servicios y agroexportador, ligado al Puerto
porteño. En su modelo educativo, no se impulsaron las industrias nacionales y
por el contrario, se promovieron las nociones liberales del libre cambio. Estas
ideas eran difundidas por Inglaterra y en nuestro país ingresaron como
políticas de Estado desde el año 1809. Se fomentaron modelos políticos propios
de la tradición europea y se sentaron los principios ideológicos para
justificar la acción de gobierno porteño en el resto del país. El modelo se
desarrolló plenamente durante la gestión presidencial de Bartolomé Mitre (1862-68).
Tal cual expresó Fermín Chávez: “Europeizar
significó, para ellos, liquidar valores hispánicos de América, para dar paso a
los valores e ideales anglosajones, representativos de la encarnación
iluminista.” (Chávez 1977: 32) La organización institucional de la UBA en su proyecto original,
constaba de los Departamentos de Primeras letras, de Estudios preparatorios, de
Ciencias exactas, de Medicina, de Jurisprudencia y de Ciencias sagradas. Según
Mignone (1998: 16) la UBA en sus inicios solamente alcanzó a dictar Estudios
preparatorios (latín, filosofía, física y matemáticas), de Derecho y de Medicina.
La emisión oficial de estos dos últimos títulos, quedaba en manos de la
Academia de Jurisprudencia y del
Protomedicato creado en 1813. Se impartió una educación de contenido liberal
y secular, apuntando a la formación de profesionales. La asunción de Bernardino
Rivadavia al mando del Gobierno nacional en el año 1826, implicó la aplicación
de un paquete de medidas de gobierno que generaron un profundo malestar en las
Provincias argentinas. En particular, fue rechazada la Constitución
centralista, elitista y extranjerizante del año 1826, su política de venta de
yacimientos mineros de La Fátima en La Rioja, el inicio de la deuda externa con
un empréstito y sus negociaciones con Brasil para separar la Banda Oriental. (Scalabrini
Ortiz, 2004) En este cuadro de inestabilidad permanente, Rivadavia fue
expulsado del gobierno y asumió Manuel Dorrego que fue asesinado un tiempo más
tarde por Lavalle. En este complejo panorama, se tornó profundamente
dificultosa la situación política nacional que entró en un estado de guerra
civil y a partir de aquí, fue tumultuoso el funcionamiento de la UBA.
En el presente trabajo realizaremos un
breve análisis de la historia de las Universidades argentinas en el período que
va de la inauguración de la Universidad de Córdoba en 1613, a la aparición del
Programa Reformista del año 1918. En el recorrido tendremos en cuenta las
vinculaciones existentes entre la institución educativa, el contexto histórico,
el modelo productivo y la política. Vamos a trabajar sobre tres Modelos
diferenciados de Universidad:
La Universidad Colonial
La Universidad Reformista
1. La Universidad Colonial
El origen de la Universidad
argentina se remonta a la fundación de la Universidad de Córdoba en el año 1613
(1), producto de la política de ocupación colonial española. Es oportuno
remarcar, que el territorio de nuestro actual país formaba parte del Virreinato
del Perú hasta su desprendimiento en el Virreinato del Río de La Plata (1776). A partir de éste
último, se produce la separación de las actuales naciones de Argentina,
Paraguay, Uruguay y Bolivia. En este marco, la institución cordobesa coexistió
con otras como la
Universidad de Chuquisaca radicada en la actual Sucre (Bolivia), en la cual se educaron muchos
dirigentes que ocuparon lugares prominentes en la política del Continente, como
fue el caso de Mariano Moreno o de Bernardo Monteagudo.
La creación de las Universidades se
organizó con la finalidad de garantizar la efectiva ocupación territorial y
administrativa de los territorios. La ciudad de Córdoba donde se radicó la institución,
formó parte fundamental del camino del Alto Perú y fue un nodo de desarrollo
importante en su época. A la primera etapa de ocupación militar ejercida por
España, le siguió la organización de un esquema institucional capaz de
garantizar el ordenamiento político y la posesión económica. Con esta
finalidad, se crearon las sedes de los futuros Cabildos que oficiaron como
cabeceras de las actuales Provincias argentinas. Dichas ciudades implementaron
sus sistemas normativos a partir de la legislación de indias, del Derecho de Castilla
y del Derecho Canónico (Korn 1936: 28) y organizaron su sistema político a
partir de la llegada de dirigentes españoles (inmigración). Los primeros
pobladores se ligaron estrechamente a las tareas de ocupación militar y a la
organización del sistema de extracción de recursos hacia el gobierno central y
es por eso, que los Cabildos fueron denominados de “Justicia y Regimiento.” Una
vez consolidada la posesión territorial, España se abocó a formar gobiernos
estables en sus colonias con el objetivo de sostener su programa económico y
político. En este contexto, aparece la necesidad de abrir Universidades para
educar a un conjunto de individuos capaces de apuntalar la administración institucional
y de aplicar la política española en América. Es importante remarcar, que los
dirigentes que ocupaban las funciones de mando eran españoles de origen y que
por mucho tiempo las Universidades tenían las tareas de preparar a funcionarios
de bajo nivel de responsabilidades de gobierno. Asimismo y dada la condición
racista de la política colonial, no accedían a la educación los representantes
de los pueblos originarios, los mulatos o los zambos y por mucho tiempo
tampoco, los criollos americanos. La educación era impartida a grupos reducidos
de personas que conformaban una elite política y cultural.
Las Universidades, las Escuelas (2),
conjuntamente a otras organizaciones ligadas a la imposición ideológica a las
poblaciones originarias (encomiendas) o las estrictamente religiosas (Iglesias)
fueron prácticamente las primeras instituciones estables españolas abocadas a
la producción y divulgación de la cultura. Lo que es más importante aún, las Universidades
fueron las instituciones más significativas en la tarea educativa de España en
América. Dichas instituciones reprodujeron los esquemas de las Universidades
españolas caracterizadas por su impronta escolástica y religiosa. El tipo de
formación se relacionó a que la religión era la doctrina política del Imperio
español y por intermedio de ella, los dirigentes y funcionarios de las colonias
asimilaron la visión del mundo de la potencia metropolitana. Las instituciones
impartían el cúmulo de saberes morales de su tiempo y otros como matemáticas, historia
o filosofía. La Universidad de Córdoba se dividió en dos Facultades:
a- Facultad de Artes: aquí se estudiaba lógica, física y metafísica según Aristóteles. La
duración de los estudios fue de cinco años. Se obtenía el título de Bachiller,
de Licenciado y de Maestro.
b- Facultad de Teología: se impartía el conocimiento de Cánones, Moral y Teología y
posteriormente, se sumó la escritura y la historia sagrada. A los tres títulos
mencionados, ésta Facultad sumó el de Doctor.
Inicialmente, la Universidad de
Córdoba fue administrada por un sector de la Iglesia denominado Compañía de Jesús, creada por
Ignacio de Loyola y los jesuitas. Posteriormente a la expulsión de los jesuitas
por parte de Carlos III y a la creación del Virreinato del Río de La Plata (1776), la Universidad
fue controlada por los seguidores de Francisco de Asís (franciscanos). Tras la
expulsión de los jesuitas la Universidad se organizó en torno del Gobernador de
Buenos Aires y del Virrey, hasta que en el año 1808 fue refundada bajo la
denominación de Real Universidad de San Carlos y de Nuestra señora de
Monserrat. La educación impartida por las Universidades coloniales se relacionó
estrechamente a la educación de sacerdotes y de administradores. Para perfeccionar
la formación de éstos últimos, entre los años 1791 y 1793 se organizó la
enseñanza de Derecho Civil (Del Bello, 2007: 20). La Universidad de Chuquisaca,
a diferencia de la de
Córdoba , impartió conocimientos jurídicos desde su origen y es
por eso, que muchos intelectuales y políticos como Mariano Moreno, Bernardo
Monteagudo o Juan José Castelli, pasaron por sus aulas.
Educación y producción
El atraso de España en relación a la
revolución industrial y a los sistemas productivos ingleses, fue un factor
fundamental para la formación de sus sistemas educativos. A diferencia de
España y sus colonias, la nación europea se encontraba en pleno proceso de
revolución industrial. El modelo institucional español fue el reflejo de un
país que no producía mucho de lo que consumía y que importaba gran parte de las
manufacturas desde Inglaterra. El exiguo desarrollo de las industrias de las
colonias americanas y su condición de ser exportadoras de recursos naturales,
generaron escasos incentivos a la educación productiva o técnica aplicada a la
transformación económica del Continente. En dicho marco, la Universidad difundió
el dogma religioso y la doctrina política del Estado imperial, centrada en la
exportación de los recursos de la colonia a la metrópoli y que no promovió las
industrias en América. Esto no quiere decir que no se desarrolló la industria
en América. Por el contrario, se produjo en el Continente una considerable
articulación de los modelos productivos precolombinos, con las nuevas formas de
acumulación y de trabajo europeo. Ello permitió la producción de tejidos de
lana y algodón, la fabricación de sandalias y de otros productos de cuero, la
creación de pólvora, de artesanías en oro y plata, de carretas o la promoción
de plantaciones en las haciendas y en las estancias. Un caso excepcional de
articulación entre enseñanza y producción, fueron las Misiones Jesuíticas. En
ellas se implementó un proyecto productivo y cultural en el cual se impartieron
conocimientos para la explotación agrícola y artesanal a los Pueblos Originarios.
En estas experiencias de carácter comunal se construyeron grandes haciendas de
yerba, se producían azúcar, cueros, tejidos y se promovió la formación técnica a
los Pueblos Originarios para la construcción de artesanías en hierro, en madera
o en plata. (Astesano, 1986: 88-89)
2. La Universidad en la etapa Independentista
En el marco del proceso Independentista
argentino, coexistieron diversas tradiciones políticas e ideológicas a partir
de los cuales se organizaron los proyectos educativos, incluyendo la Universidad.
Por un lado, existieron corrientes políticas y culturales que plantearon la
importancia de promover la independencia de España recuperando territorialmente
la unidad del Virreinato e impidiendo su fragmentación en varios países. Los promotores
de dichos programas impulsaron el desarrollo de la economía y las formas de
producción artesanal del Interior del país y el Continente y movilizaron a los
sectores sociales postergados (Pueblos Originarios, negros o mestizos). En
términos culturales, estos grupos consideraron que la Independencia política no
implicaba la negación de las tradiciones culturales hispánicas y de aquellas
provenientes de nuestro acervo histórico originario. Arturo Jauretche (2008) denominó
a estos políticos e intelectuales como los impulsores de la “Patria Grande ” y
mencionó a figuras como José de San Martín, Manuel Dorrego o Juan Manuel de
Rosas.
Frente al programa político de la Patria Grande y
siguiendo a Jauretche, se enfrentó el proyecto de la “Patria Chica.” Dicho
modelo se caracterizó por permitir, e incluso promover, la fragmentación del
Virreinato en varios países e impulsó las políticas de apertura económica y de
importación de manufacturas enfrentando a los productores locales. En el plano
político, fueron promotores de modelos restrictivos para el acceso y la
participación que quedó circunscripta a las elites y a los grupos de poder
económico. En el plano cultural se caracterizaron por el intento de negar la
identidad histórica del Continente haciendo “tabla rasa” e impulsando el modelo
de la “razón iluminista.” (Chávez 1977) Dichos intelectuales y políticos fueron,
generalmente, anti hispanistas y racistas bajo el lema de la “civilización y la
barbarie” y promovieron los valores, formas de vida y trabajo británicos y
franceses sobre los locales. Jauretche ubicó en este programa político y
cultural a Bernardino Rivadavia y a Bartolomé Mitre. En este marco, es
interesante rescatar la opinión de Adriana Puiggrós (2004) que se refirió a la
existencia de diversos modelos educativos en las Provincias Unidas del Rio de
La Plata luego de la Independencia. La autora reconoció cinco modelos y los
denominó como una “pedagogía liberal radicalizada” y citó a Mariano Moreno o a Simón
Rodríguez; una “educación federalista popular” mencionando a Gervasio Artigas o
a Francisco Solano López; una “pedagogía de la generación liberal del 37” con personajes como Domingo
F. Sarmiento; una “pedagogía liberal oligárquica” citando a Bernardino
Rivadavia y a Bartolomé Mitre; y una “pedagogía tradicionalista colonial anti
independentista.” El esquema de la Patria Chica, retomando el modelo de
Jauretche, fue el de la “pedagogía liberal oligárquica.” Puiggrós menciona
un hecho poco difundido en la historia
educativa argentina, que es el de la existencia de proyectos educativos entre
los caudillos federales y, por ejemplo, recupera las experiencias de Santa Fe
(Estanislao López), de la
Banda Oriental (Gervasio Artigas) o de Entre Ríos (Justo José
de Urquiza).
La Universidad liberal o de los Abogados: la Universidad de Buenos Aires
(3)
La UBA y Juan Manuel de Rosas
Rosas fue Gobernador de la Provincia
de Buenos Aires y representante de las relaciones exteriores de la Confederación
Argentina en dos oportunidades (1829-32 y 1835-52). Su
gobierno intentó pacificar y unificar el país tras los fuertes conflictos
políticos originados por el gobierno liberal y unitario de Bernardino Rivadavia.
Con dicha finalidad firmó el Pacto Federal de 1831, que es una pieza
constitucional clave para la organización política e institucional argentina. En
el año 1832 se formó una Comisión que reorganizó el funcionamiento de la UBA y
que constituyó un gobierno con un Consejo de la Enseñanza y Administración
compuesto por el Rector y por un profesor de cada uno de los Departamentos y
que entró en vigencia recién en 1834. En su primera gestión de gobierno, la UBA
no conoció demasiadas modificaciones en su funcionamiento en relación a la
etapa anterior. (Ramallo, 1954: 6) El segundo gobierno de Rosas inició
transformaciones en el país que marcaron el funcionamiento de la Universidad.
Por un lado, y con la finalidad de proteger las industrias del Interior, sancionó
una Ley de Aduanas en el año 1835 sobre una propuesta del Gobernador correntino
Pedro Ferre. La protección aduanera le permitió mejorar las relaciones con los
gobernadores y fomentar la producción artesanal, dando estabilidad al régimen
político y crecimiento al modelo económico. Un tema crucial para la época, fue
el enfrentamiento político y militar entre el gobierno argentino y el de Francia
en el año 1838. El país europeo intentó imponer condicionamientos al país (5) y
Rosas lo consideró un atropello a la Soberanía nacional. Las potencias europeas
iniciaron un fuerte Bloqueo económico al país, cuestión que implicó una caída
de la recaudación aduanera y de los presupuestos públicos. A dicho
enfrentamiento de política exterior, se le sumó la guerra con Bolivia y la agresión
militar anglo francesa de 1845. (Rosa 1974) En este cuadro, Rosas redujo el
presupuesto a la UBA
para invertirlo en los gastos ocasionados por la guerra y por la defensa
territorial. Para suplir los recursos públicos, implementó un impuesto especial
a los estudiantes y propulsó un registro de suscriptores de altos recursos que
destinaron dinero a la educación. En la etapa no se produjeron fuertes reducciones
de la matrícula universitaria exceptuando en la Facultad de Ciencias Exactas
que dejó de existir. Mientras tanto y pese a lo severo del conflicto militar,
continuaron egresando Médicos y Abogados en gran cantidad tal cual documentó
Fermín Chávez (Chávez, 1973) en su estudio de la cultura de la época. Durante su segundo gobierno, Rosas abrió el Colegio
Republicano Federal, obligó a los
egresados de la UBA
a jurar a la causa federal, implementó un servicio social a los egresados de Medicina
y reivindicó en los programas de estudio los derechos del país sobre el
Paraguay, las Islas Malvinas y la Patagonia.
La historia oficial y los Colegios Nacionales de Bartolomé Mitre
Mitre fue un político que alcanzó el
cargo de Gobernador de Buenos Aires en 1861 y el de Presidente en el año 1862. Se
desenvolvió como militar, participó en varios Golpes de Estado (6) e intervino
en la Guerra del Paraguay. Además y cuestión que nos interesa remarcar, implementó
un programa cultural en el país. Sus aportes principales a la cultura nacional
se vincularon a la promoción de la denominada “historia oficial” que se enseñó
en las instituciones educativas, a la fundación de un órgano de prensa (La Nación )
y a la creación del Colegio Nacional en 1864. Mitre escribió la historia
oficial a partir de su obra Galería de
Celebridades Argentinas y de sus biografías de José de San Martín y de
Manuel Belgrano. (Galasso, 1999) En estos trabajos, reivindicó algunas figuras
políticas ligadas a lo que Jauretche identificó como “Patria Chica” y denostó a
otras como Gervasio Artigas o Juan Manuel de Rosas. Dicha matriz de pensamiento
liberal, se caracterizó por ser europeísta, elitista, antiindustrialista y
represiva políticamente y favorable a nuestra Dependencia con Inglaterra y con Francia.
Ese proyecto cultural fue impartido en la UBA y asimilado por importantes grupos de la
intelectualidad de Buenos Aires. Mitre promovió la centralización de la
formación cultural del país desde la Provincia de Buenos Aires, que trasfirió
su programa ideológico y su historia oficial a todo el territorio. La Presidencia
de Domingo F. Sarmiento (1868-74), continuando la línea cultural de su
antecesor, impulsó la apertura de cinco Colegios Nacionales en las Provincias y
de dos Escuelas Normales cuya finalidad fue educar maestros. Sarmiento además, promovió
la apertura de otras instituciones educativas y culturales como el Observatorio
de Córdoba o el Colegio Militar de Oficiales.
El modelo del Paraguay
Paraguay era un territorio del
Virreinato del Rio de La Plata y tras la Revolución de Mayo, se incluyó como
parte de las Provincias Unidas. En el año 1840 declaró su Independencia de
nuestro territorio, cuestión que le fue reconocida definitivamente en 1852. A diferencia del programa Agroexportador y Liberal
argentino aplicado desde 1853, el Gobierno de Paraguay con Gaspar Francia y luego
con los Solano López, impulsó un modelo económico industrialista autocentrado e
independiente. (Ortega Peña, 1973) El plan de gobierno incluyó la construcción y
la promoción de fundiciones, de ferrocarriles, de una flota mercante, de un
telégrafo y de grandes producciones de tabaco y de yerba estatales, entre otros
importantes emprendimientos públicos. El proyecto articuló el conocimiento científico
europeo aprendido por los estudiantes paraguayos en los viajes de estudio que
financió su gobierno, con las demandas propias del desarrollo nacional. Paraguay
fue un pionero en la aplicación científica y técnica estatal a la producción y se
desenvolvió como un país profundamente avanzado en términos industriales. El
programa quedó inconcluso por efecto de la Guerra de la Triple Alianza. Solano
López, según Adriana Puiggrós, se ubicó entre los promotores de la “educación federalista popular con elementos
liberales.” A partir de acá, deben leerse sus iniciativas de apertura de la Escuela Normal , del
Colegio del Seminario o de la Escuela de Impresores y Litógrafos. (Rosa 1985)
Cambios en la Universidad de Córdoba
Luego de la Independencia, la Universidad
siguió dependiendo de las Provincias Unidas del Río de La Plata hasta que en el
año 1820, pasó a la jurisdicción de la Provincia de Córdoba. Finalmente en
1854, fue nacionalizada. Desde el año 1864 se eliminó la Facultad de Teología y
se introdujeron los estudios de Derecho Civil, acompañando un ciclo de cambios
en la institución que incluyó la apertura de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas
en 1871 y pocos años después, la de Ciencias Medicas (1877) y la de Filosofía y
Humanidades. (Del Bello, 2007: 21) Poco a poco, la UNC comenzó a tener un
perfil de formación de profesionales similar al impulsado por la UBA.
El proteccionismo económico
Tal cual mencionamos, tanto la Universidad Colonial
como la Universidad de los Abogados, no promovieron las carreras técnicas y tampoco
impulsaron el desarrollo de la industria nacional. Esta tendencia se agudizó desde
1853 cuando se impone el libre comercio y se difunde el programa Agroexportador
que incluyó la importación masiva de las manufacturas británicas. Dicho
programa, desestimó a la industria y junto a ella, los debates sobre la necesidad
de promover una educación técnica para industrializar el país. Las crisis
económicas mundiales alertaron sobre la Dependencia y la vulnerabilidad del
modelo Agroexportador del país. Producto de la crisis económica de 1873, se
retraen las financias públicas y las actividades comerciales. En este contexto,
se produce un debate sobre la necesidad de aplicar una Ley de Aduanas que, siguiendo la norma del año 1835, promueva la
industria nacional y que permita aumentar los erarios públicos. Las figuras más
prominentes de dichos debates fueron Carlos Pellegrini y Vicente Fidel López,
que conjuntamente a Rafael Hernández, abrieron el Club Industrial Argentino en
1875. Estos grupos promulgaron la Ley de
Aduanas de 1876 que inició nuevas perspectivas para los estudios y desarrollos económicos
en el país. (Gugliarmelli, 2007) Pese a que dichos planteos no ingresaron
masivamente a la Universidad, fueron un antecedente importante para la
formación de nuevas escuelas de pensamiento, de actividades científicas
aplicadas a la innovación y para la promoción de las actividades industriales.
La Organización Nacional con Julio Argentino Roca
Julio Argentino Roca fue Presidente
del país en dos oportunidades (1880-86 y 1898-04). Implementó la institucionalización
definitiva del modelo Agroexportador iniciado en 1853. Con dichos objetivos,
derrotó militarmente a Mitre en junio de 1880, centralizó el monopolio de la
violencia en el Estado Nacional e impulsó la estabilización política de las Provincias.
Su acción contempló la ampliación de la frontera productiva argentina con las Campañas
al mal llamado desierto (7) y con la entrega de grandes superficies de tierras.
Resultante de esa acción se consolidó la “oligarquía” de la Argentina. Posteriormente
a su enfrentamiento con el mitrismo y con las poblaciones originarias, Roca se
abocó a la organización del Estado. Con esta finalidad, culminó la aplicación
de la Ley de Capitalización
sancionada por Avellaneda fundando Ciudad de La Plata en 1882. El segundo gobierno de Roca encomendó el mando de la cartera de Guerra
a Pablo Ricchieri, quién promovió la aplicación del Servicio Militar Obligatorio.
(8) Ricchieri impulsó
la modernización del Ejército argentino que implementó importantes iniciativas
científicas en el siglo XX. En el plano educativo su gobierno sancionó la Ley 1420 de 1884, que estableció
para todo el país la Educación primaria, laica y obligatoria. Previo a la
sanción de la Ley, se organizó un Congreso Pedagógico en el cual se discutieron
las bases del ordenamiento educativo, donde quedaron expresadas las diferencias
entre el representante del gobierno, Onésimo Leguizamón y los políticos y
educadores católicos. La obligatoriedad educativa y la separación entre
religión y educación, favoreció la uniformidad cultural de las diversas
colectividades de inmigrantes. Estos grupos componían la población mayoritaria
del país, hablaban distintas lenguas y tenían historias y tradiciones diversas.
Durante el gobierno de Roca se construyeron un alto número de establecimientos
educativos: pasaron de 1.214 en el año 1881 a 1.804 en el año 1886, es decir un 50% de
aumento. (Galasso, 2000: 18) Complementado el ordenamiento institucional
mencionado, Nicolás Avellaneda que en ese momento era Rector de la UBA,
presentó un Proyecto de Ley Universitaria en el año 1883. El proyecto fue
debatido en el Parlamento y en una extremada síntesis, se puede establecer que
existieron dos grandes posiciones al respecto. Por un lado, estaba el punto de
vista de Avellaneda que propulsó dotar a las Universidades de mayores potestades
y, por ejemplo, propuso designar a los profesores por intermedio de Concursos
internos con la participación de jurados docentes. Por otro lado, se expresó el
Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Eduardo Wilde, que sostuvo que
el Estado tenía que disponer de mayores funciones en el control de la
institución, incluyendo la designación de los docentes por parte del Poder
Ejecutivo. Finalmente y tras los debates, se promulgó la Ley 1597 de 1885
recordada como “Ley Avellaneda”. La norma tenía solamente 4 artículos
y estableció la posibilidad de que cada Universidad dicte sus estatutos
atendiendo el esquema de la Ley. El Rector era nombrado por una Asamblea Universitaria
que contaba con representantes de todas las Facultades. El texto mencionó un Consejo
Superior presidido por el Rector, los Decanos y representantes nombrados por
estos últimos. La elección de los profesores quedaba sujeta a la opinión del
Poder Ejecutivo que debía nombrarlos a través de una terna presentada por el
Consejo Superior. El texto mencionó, además, el cobro de aranceles por parte de
las Universidades (derechos universitarios) y estableció la facultad de las Universidades
a emitir los diplomas como órganos delegados del Estado nacional. Tal cual se
puede leer en la Ley, las Universidades y las Facultades disponían de un
gobierno propio. Dicha cuestión está vinculada estrechamente a la noción de Autonomía
Universitaria y a la propuesta de Avellaneda. Asimismo y tal como quedó
expresado por la forma de seleccionar los docentes, el Estado tenía importantes
competencias para el control de la Educación Superior. Las Universidades, en
consonancia con el modelo político nacional, eran profundamente elitistas e
ingresaban a sus aulas solamente los sectores dirigentes posibilitados de
cubrir los costes educativos. Según datos de Del Bello (2007: 31) en un país
con una población de 4 millones de personas en la UNC había solamente 173
estudiantes y en la UBA 602, o sea 0,2 estudiantes cada mil habitantes. Asimismo
y dada las dificultades de ascenso social, la Universidad se conformó
tradicionalmente con jóvenes de clase alta y ofició como un medio de
perpetuación del esquema político de la oligarquía. Ernesto Palacio
se refirió a dicha característica de la siguiente manera: “La Universidad organizada por Avellaneda continuaba dando hornadas de
profesionales, entre los que descollaban los Abogados, mimados y favoritos del
régimen, ya que entre ellos se reclutarían los Ministros y parlamentarios
indispensables para su correcto funcionamiento. Recibían la preparación
adecuada a la función a que los destinaba, pues salían de las aulas convencidos
de que el capital extranjero (y sobre todo inglés) era no sólo un factor de la
producción, sino un beneficiario que merecía especial reverencia; de que los
servicios públicos debían estar a cargo de empresas privadas, porque el Estado
(sobre todo el argentino) era “mal administrador”; de que nuestras finanzas
dependía del crédito europeo, al que había que cuidar, ahorrando sobre la
“sangre y la sed” de los criollos; de que constituíamos un “emporio agrícola
ganadero, destinado a cambiar perpetuamente materias primas por manufacturas
británicas.” (Palacio, 1960: 300) Su formación, en consonancia con el
perfil agroexportador del país y con la matriz cultural promovida por la UBA,
se relacionó a la tradición enciclopédica, europeísta y liberal. (9) La clase
dirigente educó a la juventud en el liberalismo conservador, el positivismo y
en algunas instituciones como la Universidad de Córdoba, siguió teniendo fuerte
importancia la promoción de marcos teóricos cercanos a la tradición del
catolicismo. El modelo cultural fue incapaz de producir o de incorporar el
salto científico y tecnológico que venía sucediendo con la primera y la segunda
revolución industrial. La escasa promoción de la ciencia aplicada a la
industria, fue una manifestación de nuestra Dependencia política y económica. Dicho
modelo educativo profesado por los intelectuales y dirigentes argentinos,
consolidó y profundizó la Dependencia científica y tecnológica y la de nuestro
programa agroexportador que fue el rasgo típico de América latina del siglo XIX.
(Herrera 1974) Un legado característico de esta etapa, va a ser la creación de
los Consejos o Academias vitalicias que desarrollaban tareas en el gobierno de
las Facultades. Sus integrantes podían se externos a las Universidades. Este
hecho, sumado a la elección de docentes por el Poder Ejecutivo, conformó un
esquema de gobierno universitario estrechamente ligado al poder político y a las
elites de cada comunidad en donde se insertaban las Universidades. Ésta realidad
va a ser una de las causas fundamentales de los conflictos universitarios con
los estudiantes en el año 1918
Ampliación del sistema universitario
Tal cual mencionamos, las primeras
instituciones universitarias fueron la de Buenos Aires y la de Córdoba. A ellas
se les sumarían las de Tucumán, Santa Fe y La Plata que surgen como producto de
iniciativas de los políticos provinciales y de las elites locales. Estas
experiencias innovaron en la apertura de nuevas Carreras que modificaron la
concepción profesionalista que se impuso desde la UBA. En su lugar, promovieron
actividades científicas. Si en dicho aspecto eran innovadoras, en otros
conservaron el cariz liberal y elitista del sistema educativo de la oligarquía.
La Universidad de La Plata nació
como una iniciativa del Senador de la Provincia de Buenos Aires, Rafael
Hernández. La Ley de creación se promulgó en 1890 e incluía las Facultades de
Derecho, Medicina, Química y Farmacia y Ciencias Físico Matemáticas. La
inauguración oficial fue en 1897 con las clases de la Facultad de Derecho y con
la inscripción exigua de 47 alumnos. La baja matrícula no se modificó por mucho
tiempo y por ejemplo, en el año 1904, tenía solo 75 jóvenes en las aulas. La
institución fue nacionalizada en el año 1904 por intermedio de la gestión del
Ministro de Justicia e Instrucción pública de La Nación, Joaquín V. González, que
ocupó el rectorado en el año 1906. La institución incluyó el pase a la órbita
nacional de la Universidad Provincial, del Museo, del Observatorio Astronómico,
de la Facultad de Agronomía y Veterinaria y de la Escuela Práctica
de Santa Catalina, entre otros. (Barba, 1998)
La Universidad de Santa Fe nació el
año 1889 y fue nacionalizada en 1919, fecha a partir de la cual adoptó su
nombre actual que es de Universidad Nacional del Litoral. Promovió Carreras
como la de Química industrial y agrícola en Santa Fe o la de Agricultura,
ganadería e industrias afines, en la Provincia de Corrientes. Impulsó estudios de
Ciencias jurídicas y sociales en Santa Fe y de Ciencias médicas en Rosario.
La Universidad de Tucumán se fundó
en el año 1914 por parte de la Provincia y fue nacionalizada en 1921. El
proyecto incluyó estudios no tradicionales como fueron los de Ingeniería Química,
Agrimensura y Geodesia y Farmacia, que se articularon con la producción
industrial y agrícola local. (Del Bello, 2007: 34) Algunas de nuevas carreras
no se consolidaron y entre otros factores, se debe destacar el hecho de que no
se produjeron cambios sustanciales en el perfil productivo del país, que siguió
estrechamente ligado al programa agroexportador.
3. La Universidad en la etapa Reformista
“Los que respiran en una época de excepción como la
nuestra, lejos de epilogar sobre los acontecimientos, deben vivirlos; lejos de
juzgar la historia, deben hacerla.” .Manuel Ugarte (1996: 51)
El término “reformismo” se utiliza
para definir a las personas o corrientes culturales y/o políticas, que adhieren
a los postulados para la organización de las Casas de Altos Estudios impulsados
en la Universidad
Nacional de Córdoba (UNC) en el año 1918. Dichos principios
organizativos, son el resultado de un conjunto de transformaciones propias de
la Universidad argentina y se ligan los cambios producidos en el país y el Continente
durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen. Yrigoyen fue un dirigente político
que llegó a la presidencia del país en dos oportunidades (1916-22 y 1928-30).
Alcanzó la primera magistratura luego de un largo proceso que implicó la
creación de un partido (la Unión Cívica Radical, UCR) y, además, participó de
varios procesos revolucionarios (10) contra el programa liberal. Los alcances
de sus políticas pueden resumirse en tres grandes aspectos. Primero, el
gobierno impulsó una democratización política y cultural en el país. Yrigoyen
implementó el sufragio secreto y universal (11) que modificó profundamente el
funcionamiento del sistema político, caracterizado por el fraude y el
clientelismo de los gobiernos de la oligarquía liberal. Estas modificaciones
impulsaron un importante movimiento político y cultural en el país y, en
particular, fueron motorizados los sectores medios. En dicho contexto, se generó
la posibilidad de que ingresen nuevos dirigentes a la política argentina que
cuestionaron en muchos casos, a los referentes políticos conservadores
incluyendo los universitarios. Asimismo, la etapa implicó el reverdecimiento
cultural y la posibilidad de promover nuevos debates intelectuales. Segundo: el
gobierno impulsó una política exterior independiente que había sido abandonada
desde la caída de Rosas y a partir de nuestro alineamiento a la geopolítica
británica. (12) Esta posición soberana en las relaciones internacionales, se
expresó en la decisión del país de mantener la neutralidad en la Primera Guerra Mundial y en el repudio por
parte del gobierno a las actitudes de la ocupación de EUA en Nicaragua y a los
Congresos Panamericanos. El tercer aspecto se refiere a la economía. Los principios fundamentales del modelo
Agroexportador heredado de la etapa anterior, no fueron modificados. Pese a
eso, se deben hacer dos salvedades. Una es la apertura de Yacimiento
Petrolíferos Fiscales (YPF) que Yrigoyen encomendó a Enrique Mosconi y la otra
es la participación del Estado como mediador en las discusiones salariales. Durante
su segundo gobierno se impulsó la nacionalización del petróleo, lo que le valió
un fuerte rechazo por parte de las empresas norteamericanas. La apertura de YPF
y el impulso a la ciencia y las investigaciones militares, no son un dato menor
y muchas de estas iniciativas tuvieron continuidad en la década del treinta con
la aparición de polos de desarrollo y de empresas del Estado. Un caso
paradigmático fue Fabricaciones Militares que estimuló la producción de aviones
y también desde la acción militar, se impulsó a las industrias petroquímicas,
de armas o de autopartes de la industria.
Las propuestas de los reformadores
La reforma puede ser explicada a
partir de identificar sus fines y los medios a partir de los cuales se pensó
alcanzar los primeros. Los fines de los reformadores son complejos de
identificar ya que fue un movimiento político y cultural que tuvo diferentes manifestaciones
en las distintas Universidades, además de la experiencia de Córdoba. La reforma
y en consonancia con el reverdecimiento cultural fruto de la democratización
política del país y del Continente, impulsó los desarrollos intelectuales de
figuras diversas como fueron Deodoro Roca, Aníbal Ponce, Manuel Ugarte, Saúl
Taborda (13), Alejandro Korn, Alfredo Palacios, José Ingenieros o Gabriel del
Mazo. Estas figuras no tienen una misma concepción sobre la cultura, acerca de
las prácticas políticas o de los modelos a implementar en la Universidad
argentina. Es bueno reiterar, que la reforma fue una corriente cultural que no
se expresó solamente en un debate sobre la organización del gobierno de la Universidad,
sino que lo excedió y que adquirió diversas manifestaciones en América Latina. Más
allá de dicha complejidad, los reformadores legaron una práctica y algunos
documentos, entre los que resalta el Manifiesto Liminar que resumió gran parte
de sus concepciones.
A-Finalidades de la
reforma
Primero: la
juventud tiene el deber histórico de ser un factor de transformación política y
cultural. Uno de los hechos más trascendentes inaugurados por los reformadores
se relacionó a que promovieron una participación más activa de la juventud en
los debates sobre la organización de la política y la sociedad. No habían sido
los primeros (14) ni tampoco serán los últimos, pero y lo que es innegable,
legaron una concepción voluntarista y vanguardista del lugar de las juventudes
en su relación con las realidades del Continente. El contexto general era el
yrigoyenismo que motorizó la participación popular en la vida pública desde la
aplicación de la Ley
Sáenz Peña. Así es como el Manifiesto Liminar expresó que: “La única puerta que nos queda abierta a la esperanza, es el destino
heroico de la juventud (…) el
sacrificio es nuestro mejor estímulo, la redención espiritual de las juventudes
americanas nuestra única recompensa.” No fue casualidad que en el año 1918 se impulsó la apertura de la Federación
Universitaria Argentina (FUA) y que tras ella, se promovieron
los Congresos Latinoamericanos de la Juventud.
Segundo: se
debe renovar la producción de la cultura y las Universidades pueden ser la
vanguardia en dicha tarea. El Manifiesto Liminar expresó un
cuestionamiento a los contenidos y las concepciones de la Universidad, ya que: “Las
Universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta
de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y lo que es peor
aún, el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar
hallaron la cátedra que las dictara.” Frente a dicho panorama, se
impulsaron debates y se promovieron figuras intelectuales como los ya
mencionados Ingenieros, Korn (15), Palacios o Taborda. Estos objetivos
implicaban en opinión de los reformadores, la necesidad de renovar los
contenidos y las metodologías de la enseñanza universitaria para poder vincular
el saber a las problemáticas del contexto social e histórico. En muchos casos,
dicha renovación se trató de una crítica al positivismo, al catolicismo o al
pragmatismo liberal.
Tercero: se debía retomar la dimensión americana
en las producciones culturales. El Manifiesto Liminar se dirigió a los “hombres
libres de Sudamérica” y mencionó que se estaba viviendo una “hora americana.” El
gobierno de Yrigoyen tenía una política exterior de contenido latinoamericano y
actuó como marco general para una generación de argentinos que miraban
nuevamente hacia el Continente. Dicha mención tendría expresión en la
organización de Congresos y de Encuentros latinoamericanos y en la producción
de intelectuales reformistas, como es el caso de Ingenieros o de Manuel Ugarte.
Según Piñeiro Iñiguez: “La presencia de
Ugarte en la
Reforma Universitaria es decisiva. En particular, para que
ésta adopte ese claro perfil latinoamericanista, poco común en las iniciativas
progresistas argentinas, orgullosas de su hipotético europeísmo.” (Piñeiro
Iñiguez, 2006: 127-140) El postulado venía a cuestionar en varios aspectos, la
tradición europeísta de las Universidades y de los intelectuales argentinos,
cuya perspectiva teórica era principalmente, importada del viejo Continente. Es
interesante remarcar que diversos dirigentes americanos con posiciones
marcadamente antiimperialistas, adhirieron a los principios reformistas y figuras
disimiles en el tiempo o en las ideologías como los cubanos Julio Antonio Mella
y Fidel Castro o los peruanos Haya de La Torre (16) y José Carlos Mariátegui
(17) se reconocen devotos de dicho movimiento. (Piñeiro Iñiguez, 2006 o Kohan,
2000)
B-Medios implementados
Los
fines mencionados por los reformistas en su opinión, se veían imposibilitados
por las falencias en el funcionamiento de las Universidades, ya que y tal cuál
se mencionó en el Manifiesto Liminar el: “régimen
universitario -aún el más reciente- es anacrónico. Está fundado sobre una
especie del derecho divino: el derecho divino del profesorado universitario.”
La crítica debe atenderse en el contexto propio de la Universidad y además, en
la coyuntura característica de la ciudad de Córdoba de la época. El sistema
político recién iniciaba la democracia a partir del sufragio universal y muchas
de las decisiones eran tomadas por las elites conservadoras y católicas que
tenían influencia sobre los Académicos y demás funcionarios universitarios. Con
anterioridad a los sucesos de la UNC del año 1918, ya habían ocurrido algunos
hechos que cuestionaban el funcionamiento de la UBA y que implicaron la reforma
de sus estatutos en 1906. En la UBA desde el año 1903 los estudiantes venían
reclamando la modificación de los exámenes, la reforma de los Planes de estudio,
la desaparición de las Academias y la validez de Concursos en la Facultad de
Medicina. Tras algunas manifestaciones y huelgas, se modificó el Estatuto que
permitió el ingreso de los docentes a los Consejos desplazando a los
Académicos. Relacionado a estos fenómenos y en el año 1908, se creó la Federación Universitaria
de Buenos Aires (FUBA). Los estudiantes de la Universidad de Córdoba cuestionaban
la gestión de los Académicos y los modos de designar docentes que administraban
las instituciones sin atender gran parte de sus reclamos. Dichas exigencias se
expresaron en una sucesión de conflictos entre los estudiantes y la institución
y estuvieron relacionados entre otros temas, al modelo de asistencia a clase o
a la propuesta de la Facultad de Medicina de la UNC de cerrar el internado del Hospital
de Clínicas durante el año 1917. En este cuadro, en el año 1918 se conformó un
Comité pro reforma y se elevaron los reclamos al gobierno de la Universidad que
fueron desestimados. La negativa de las autoridades aceleró una escalada de
manifestaciones públicas y una huelga general que terminó con la intervención
de la UNC por parte del Gobierno nacional, previa solicitud de los reformistas.
Hipólito Yrigoyen atendió los reclamos estudiantiles y designó al Interventor
José Nicolás Matienzo, quién dio por tierra el cierre del Internado y modificó
el Estatuto del año 1893. La reforma modificó el carácter vitalicio de los Consejeros
y desplazó a los Académicos, proponiendo a los docentes para el control de la Universidad.
De esta manera, el dirigente radical continuó con sus acciones para
democratizar el sistema político desplazando a los dirigentes de las elites
tradicionales. Los cambios iniciados no terminaron con los reclamos de la
juventud, por el hecho de que en la convocatoria a la elección de Rector luego
de la intervención
Matienzo , la Asamblea Universitaria
nombró a Antonio Nores. Ésta figura estaba ligada a los adversarios políticos
de los reformistas que no reconocieron al funcionario. Se produjo una nueva
intervención del Ministro de Culto e Instrucción Pública, José Salinas. La
intervención revocó la elección de los funcionarios cuestionados y nombró por
Decreto al Rector, al Vicerrector y a los miembros de los Consejos Superior y
Directivos. Lo que es importante mencionar, además, es que Salinas promovió la
consolidación del “Cogobierno” que es la facultad que tiene la Universidad de
gobernarse a sí misma por intermedio de la elección de sus representantes en
los Consejos Superior y Directivos y en los órganos ejecutivos (Rector y
Decanos). La reforma implicó la transferencia de poder desde los Académicos
hacia los docentes. La participación estudiantil se ligó a la potestad que
tenían los jóvenes de proponer en asambleas, a graduados y a docentes para que
los representen en los Consejos. Su participación no implicó el ingreso de los
estudiantes a los Consejos de manera directa con voz y voto. Según el estudio
desarrollado por Juan Carlos Del Bello (2007), existieron solamente dos
iniciativas de participación directa de los estudiantes en los Consejos hasta
el año de su legalización nacional de 1955. Una fue implementada en la Universidad Nacional
de Tucumán en 1924 y la otra en la Universidad Nacional
del Litoral en 1922. En este marco, ingresaron a la UNC docentes ligados a la
intervención y depositarios de posiciones cercanas a los reformistas. Esta
medida, bajó el nivel de enfrentamiento de los estudiantes y pasó a un segundo
plano el debate sobre la designación de docentes por intermedio de Concursos u
otros métodos similares propios del Cogobierno. En muchos casos, la elección de
docentes quedó sujeta al modelo heredado de la Ley Avellaneda y
los profesores continuaron siendo seleccionador por el Poder Ejecutivo nacional
a través de una terna enviada por las Universidades. Se suponía que una vez garantizada
la democratización universitaria frente al marco autoritario del contexto
político controlado por las elites, la juventud podía impulsar los fines universitarios
mencionados.
Interpretaciones de la
reforma
“La Universidad no
puede ser una fábrica de diplomados. El estudiantado hasta ahora buscó obtener
un título que le diera un privilegio social y económico sobre el resto de los
ciudadanos. Queremos que la Universidad sea parte integrante de la gran labor
de construcción de una nueva Argentina, que vaya forjando un nuevo hombre
argentino, en todos sus aspectos.” Rodolfo Puiggrós
No hay acuerdo entre los
historiadores y las corrientes políticas y culturales universitarias, acerca de
la interpretación sobre los alcances y los objetivos concretos de la reforma. Es
habitual que se haga una recuperación del proceso definiéndola estrictamente como
un sinónimo de gobierno propio de las Universidades (Autonomía). Dichas
perspectivas suelen perder de vista la finalidad originaria del movimiento y se
desconocen o se subestiman las posiciones políticas e ideológicas de sus
intelectuales y de sus figuras más prominentes. De esta manera, se hace
hincapié en los medios políticos y de gobierno aplicados por la reforma y no
así, en los aspectos fundamentales del resultado de sus prácticas y de sus
objetivos fundamentales. Los promotores de dicha interpretación, privilegian
como tema fundamental la defensa de la Autonomía universitaria frente al
accionar del Estado, incluyendo incluso, la posibilidad de apoyar medidas antidemocráticas
y antipopulares. La historia de las Universidades argentinas luego del año
1918, puso al descubierto estas complejidades cuando, por ejemplo, las Agrupaciones
reformistas apoyaron el Golpe de Estado del año 1930 contra el dirigente
político que los había impulsado o cuando favorecieron el terrorismo militar en
el año 1955. Tomando distancia de esa interpretación, están aquellos académicos
e intelectuales que establecen que la reforma se define a partir del llamado a
la juventud y a la Universidad, a jugar un rol importante en los procesos
sociales, pasando a un segundo plano los debates sobre el Cogobierno o la Autonomía.
A partir de aquí, es que diversos grupos políticos e intelectuales se reconocen
deudores de la reforma, pero promueven otras agendas universitarias distantes
del mero debate del cogobierno. Un caso paradigmático de ésas últimas
interpretaciones, se refleja en la agenda de discusión de la izquierda universitaria
en América Latina. Por ejemplo, los promotores de la Revolución Cubana
rescatan la reforma, pero en sus Universidades no se administran con el modelo
del Cogobierno argentino. En éste último universo, se privilegian los “fines”
por sobre los “medios.” Entre sus impulsores se puede mencionar a intelectuales
como Arturo Jauretche o a Juan José Hernández Arregui. Ambos, luego de haber
militado en su juventud en las filas del Radicalismo y del Reformismo, consideraron
críticamente las prácticas de los universitarios con posterioridad al año 1918.
Hernández Arregui remarcó la importancia histórica de la reforma como
movimiento cultural y político de cariz transformador y latinoamericano. Luego
de analizar su devenir, mencionó que existió una marcada incapacidad de las Universidades
para acompañar el desarrollo nacional a partir de la producción de conocimiento
y de prácticas culturales y socialmente relevantes. Por el contrario, las Universidades
en opinión de Arregui, habían apuntalado programas antidemocráticos en lo
político y extranjerizantes en lo económico, tomando distancia con los
postulados reformistas de intelectuales como Manuel Ugarte. Asimismo, el autor
consideró que la juventud argentina de clase media fue incapaz de articular sus
prácticas con las del Movimiento obrero, cuestión que favoreció su
enfrentamiento a los programas políticos democráticos de contenido popular,
como fue el caso del gobierno de Hipólito Yrigoyen o de Juan Perón. Hernández Arregui
desestimó en su análisis, el supuesto de que la tradición de la reforma era meramente
una iniciativa de Autonomía universitaria. A partir de éste posicionamiento, concluyó
que la aplicación concreta de esas consignas, fue realizada por otros proyectos
de país al cual los reformistas habían cuestionado. En sus palabras: “Los postulados de la Reforma del 18,
extensión universitaria, agremiación estudiantil, becas, residencias
estudiantiles, cooperativas, comedores y asistencia médica gratuita, Universidad
abierta al pueblo, equivalencia de títulos para los estudiantes
latinoamericanos, etc., fueron conquistas de la época de Perón.” (Arregui,
2004: 367-368) Arturo Jauretche, de manera similar a Hernández Arregui,
consideró positivamente la impronta de origen del movimiento reformista. Concluyó
igual que Hernández Arregui, que la experiencia finalmente fracasó al ser
desnaturalizado el movimiento original. La reforma habría de ser más positiva
en otros países de América Latina y en Argentina se frustró ya que: “No supo integrar la Universidad en el país.
(…) El desiderátum entonces es una Universidad aséptica, depurada de toda preocupación
vinculada con el destino de la comunidad y, por consecuencia, de la Nación, a
la que da expertos despreocupados de los fines de la técnica y el resultado de
su aplicación.” (Jauretche 2004: 136-137) Otros
intelectuales como Oscar Varsavsky (Varsavsky, 1969) remarcaron la dificultad de
las Universidades reformistas y del sistema de Ciencia y Técnica, para
articular la Autonomía con la resolución de los problemas nacionales. El debate
sobre la Autonomía tenía que surgir de interrogarse el “para qué.” En su defecto, se corría el peligro de derivar hacia
posiciones académicas infructuosas, que el autor denominó como cientificistas o
desarrollistas. Éstos últimos, son los docentes e investigadores cuya
producción no es un medio para resolver los problemas sociales y productivos de
un país. Por el contrario, los académicos “cietificistas” son un instrumento
para reforzar las desigualdades, la Dependencia y el subdesarrollo del país.
La
polémica sobre los alcances de la reforma continúa abierta. En este marco,
sigue vigente la necesidad de que nuestras Universidades y sus jóvenes, se
comprometan masivamente con la producción de conocimiento socialmente relevante
y con la construcción de una Argentina Industrial, Soberana y con Justicia
Social. Como sostiene Ana Jaramillo: “No
se puede hacer ciencia y técnica sin preguntarnos para qué fin, a quién sirve,
si implica un bien para la sociedad, la Nación la humanidad. No se
puede enseñar una profesión sin preparar ese individuo para la vida, sin
sembrar en él la reflexión crítica sobre el ejercicio de la misma y su
compromiso con la comunidad a la cual pertenece y se debe, para construir una
sociedad mejor.” (Jaramillo, 2006: 55)
Notas
1- El obispo diocesano Fray Hernando
Trejo y Sanabria realizó un aporte económico para financiar Cátedras de latín,
arte y teología sobre la base del Noviciado de los jesuitas existente desde
1607 en Córdoba. Gregorio XV le permitió a la Compañía de Jesús emitir grados
universitarios con autorización papal en
varias ciudades americanas en 1622. (Mignone, 1998: 11)
2- Adriana Puiggrós (2004: 34-35) reconoció la
existencia de diversos modelos de Escuelas en América. Mencionó las Escuelas
Pías que funcionaban en las parroquias para las poblaciones indígenas y
mestizas; las Escuelas de los Conventos que eran preparatorias para el ingreso
a la Universidad; las Escuelas de los Ayuntamientos para la población pobre;
las Escuelas del Rey controladas por los jesuitas hasta su expulsión; y las
Escuelas Particulares que funcionaban con docentes costeados de manera
individual, generalmente, por comerciantes que eran habilitadas previamente por
el Cabildo.
3- Entre las instituciones que
antecedieron a la UBA se debe mencionar al Colegio Unión del Sud (1818) abierto sobre la base del Colegio de San Carlos (1783-1810). En
él se desarrollaron estudios “preparatorios”. Se creó en este período la Escuela de Matemáticas
(1810, cierra ese mismo año); la
Escuela de dibujo (1815); la Academia de matemáticas y Arte
militar (1816) y la Academia
de Jurisprudencia (1814). (Mignone, 1998)
4- En temas educativos,
Rivadavia impulsó el método lancasteriano en las Escuelas de Buenos Aires y
abrió el Colegio de Ciencias Morales sobre la base del Colegio de la Unión del
Sud. (Puiggrós, 2004: 58)
5- Francia exigió
privilegios de sus ciudadanos para evitar el Servicio militar y quiso obtener
por la fuerza la libertad de comercio para sus productos. En ese período las
potencias ocupaban posiciones coloniales en África y en Asia. Inglaterra tomó
por la fuerza las Islas Malvinas en el año 1833.
6- Tras la derrota electoral de su Partido protagonizó
levantamientos militares en septiembre de 1874 y en junio del año 1880
desconociendo los triunfos de Nicolás Avellaneda y de Julio A. Roca.
7- La denominación
“desierto” escondió y justificó la eliminación de las poblaciones aborígenes.
8- El Servicio
militar desarrolló funciones educativas vinculadas a la homogenización cultural
de los inmigrantes y a la enseñanza de la lectoescritura.
9- Osvaldo Magnasco
que fue Ministro de Justicia e Instrucción pública de Roca, intentó modificar
sin éxito la educación enciclopédica a partir de promover la Educación Técnica.
10- Revolución del
Parque contra el Gobierno de Juárez Celman;
el levantamiento de julio de 1893 contra Luis Sáenz Peña y en el año
1905 contra Manuel Quintana.
11- La Ley fue
sancionada en el año 1912. El reclamo de voto secreto y universal tenía otros
impulsores además de la UCR, como fue el Partido Socialista. Con la reforma
electoral seguían sin votar las mujeres o los miembros de las Fuerzas de Seguridad.
12- Existieron
excepciones en las gestiones de Bernardo de Irigoyen o de Luis María Drago que
marcaron algunos trazos importantes de la política exterior. Éste último, se
opuso a la ocupación militar de Venezuela de 1902 ejercida por Alemania,
Inglaterra e Italia para cobrar la deuda externa inaugurando la llamada
Doctrina Drago.
13- Saúl Taborda
fue Rector del Colegio Nacional de la UNLP en el año 1920. (Taborda, 2009)
14- Del proceso de
la Independencia de 1816 a
la fecha se produjeron 4 grandes intervenciones de la juventud como actor
político y cultural. La primera fue la “generación del 37” ; la segunda fue la
“juventud del ochenta”; la tercera la “juventud reformista”; y la cuarta y
última gran intervención generacional fue la “juventud de los años sesenta y
setenta.”
15- Según Luis
Aznar (1936: 9): “Alejandro Korn bregó
incansablemente para que los estudiantes dieran a su movimiento un contenido
que estaba más allá de los estatutos y de la modificación de los Planes de
estudio. Lo que fallaba era la Universidad en si, como institución divorciada
de la realidad social que la sustentaba.”
16-Haya de La Torre fue Presidente de la Federación Universitaria
del Perú y fundador del APRA.
17-El caso de
Mariátegui es emblemático de la exportación del modelo reformista a América
latina. En su obra Siete Ensayos de
Interpretación de la
Realidad Peruana el autor le dedica un apartado a la
aplicación de los principios reformistas en la Universidad de Lima.
(Mariategui, 2005)
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