sábado, 22 de julio de 2017

9 de Julio y después…¿qué?

Manolo Ares, julio 2017

El vocablo independencia corresponde a la categoría gramatical de: nombre. Es decir, un sustantivo y abstracto, por cuanto para concretarse debe ir asociado por una partícula introductoria a algo o a alguien. Por ejemplo: Independencia de los poderes públicos. De modo que podemos decir que independencia es el nombre de un estado o cualidad de algo o de alguien. Si usted buscara la definición podría encontrarse al menos con tres situaciones posibles de estado o cualidad. Independencia :
a) de aquel o aquello que no depende de otra persona o cosa;
b) libertad, y especialmente la de una nación que no es tributaria ni depende de otra;
c) antónimo (contrario) de dependencia o falta de dependencia.
Es de hacer notar que la decisión de declararnos independientes fue tomada en uno de los peores momentos del transcurrir emancipatorio sudamericano. Chile estaba en manos realistas y Bolívar había sido derrotado; Pezuela amenazaba a Jujuy y a Salta, siendo detenido sólo por Güemes. La Banda Oriental estaba en manos portuguesas y Fernando VII, que había recuperado el trono, amenazaba con expedicionar sobre los reinos indianos. Más allá de que San Martín presionaba desde Mendoza, aquellos 33 hombres se jugaron el resto en la patriada: “…comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad (la de los pueblos representados), bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama”. Con respecto a este párrafo del Acta, sería muy saludable para el país que, tanto los legisladores en funciones como aquellos que aspiran a serlo en el futuro mediato, le dieran una repasada. Porque hoy día, cualquier poligrillo que consigue llegar a una banca jura por lo que le pongan delante, y mañana, abjura, sin que a nadie rinda cuentas. Porque Dios, la Patria y el Pueblo, son también abstracciones cuando no se cree en ellos. Pero aquellos diputados sí que realmente se jugaban la vida, haberes y fama; y zafaron porque las tropas que envió Fernandito fueron al norte de Sudamérica.
Sin embargo de la osadía y el coraje que mostraron aquellos hombres al declararnos independientes de España y de toda otra potencia cometieron un terrible error: se olvidaron de los filisteos capitalistas (en la peor acepción adjetiva). Los innombrados e innombrables, los anónimos inventores de los grupos off shore, de los paraísos fiscales, de los dólares golondrina y de las fugas de divisas. De los que medran con la vida y la muerte de millones de seres humanos. En fin, todos subterfugios para no designarlos como lo que son: Mafiosos, que trafican con dinero mal habido y, quién sabe, con drogas y armas.
Claro que por aquel entonces existían capitalistas usureros, pero no en el formato actual. Tenían nombre y apellido como los Hermanos Baring, y también, patria de origen. Hoy no, hoy son un fantasma casi inasible, no existe Ley que los alcance.
En virtud de lo que vivimos a diario, resulta evidente que no encuadramos en ninguno de los tres posibles estados planteados al comienzo. En la actualidad dependemos no ya de una potencia extranjera, que sería lo mejor porque el enemigo sería entonces tangible, sino de capitales financieros que son anónimos y, como tales, apátridas. Porque no tienen origen cierto pero sí finalidad: manejar el poder mundial. Vivimos, los argentinos, una especie de adviento herético en el que se espera que otros vengan a salvarnos: las inversiones externas, y, en ese momento, será llegada la navidad (herética también) en la que se reproducirán las fuentes de trabajo para que, por fin, un 6 de enero de no se sabe qué año, los reyes derramarán riqueza. Mientras, los sectores sociales medios, medio bajos y bajos, tenemos que olvidarnos de mejorar en nada nuestras vidas, sino más bien empeorarlas. Tal como sentenció el gurú González Fraga.
Por ello para este 9 de Julio tengo algunas preguntas, a saber: ¿Por qué tenemos que depender del capital extraño si existen más de 200 mil millones de dólares argentinos en paraísos fiscales? ¿Por qué, si todos los días se están fugando al extranjero miles de dólares producidos aquí? Ya no son migas las que se llevan, son panes enteros que les están faltando a buena parte de la población. Pero tengo un principio de respuesta: Es mentira que el nuestro sea un país solidario. No es cierto que conformemos una común-unidad solidaria. En Argentina existen personas solidarias así como existen en Turquía o en la Conchinchina, pero no una sociedad solidaria. Aquí, cada quien se rasca pa´dentro como el peludo, especialmente los ricos y poderosos, y los demás seguimos el ejemplo. Porque el buen ejemplo debería devenir desde el más grande al más pequeño. Cuanto más poderoso se es, más responsabilidades sociales se tienen. Pero aquí los poderosos como Rocca, un día, por un quítame esas pajas de allí, se enojan, levantan la empresa, dejan más de un millar de trabajadores en la calle y se van a darle trabajo a otras personas en otro país. Es decir, los poderosos en Argentina ejercen el poder para extorsionar y dañar, y no para solucionar nada. La soberbia del poder o el poder de la soberbia, que representan el egoísmo extremo. Sin pensar, porque no es parte de su formación, que una empresa por más privada que sea, en el fondo, no es sino un bien social. ¡Ah!¡Creso, Creso! Sin trabajadores de aquí o de allá, serías nadie.

Si el nuestro fuera un país solidario cada habitante tendría aseguradas sus cuatro comidas diarias. Pero no, aunque producimos alimentos para 4 ó 5 veces nuestra población total. Mientras desaparecen tambos, miles de niños y adolescentes no toman leche. Los productores lecheros se están pasando masivamente a la renta sojera. Mucho más simple y segura. Y ni hablar de la timba financiera. Aquello del Preámbulo: “con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino…” , pasó a ser una broma de mal gusto. Porque lo único que hoy podemos asegurarles a nietos y choznos, es que vivirán pagando deuda externa. Tal como nos ocurriera a nosotros, los más viejos. En fin, estimado lector –si es que existes-, si fuéramos realmente solidarios seríamos también independientes. Por eso el título: 9 de Julio y después…¿qué? Atención, que alguna vez un argentino escribió: “El mapa de una tierra es el mapa de sus muertos”.

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